jueves, julio 23, 2015

Adjetivos y verbos comodines (Escribir)

LA ÁRIDA TAREA DE CORREGIR

La descripción, ya sea de un personaje o de un lugar, no es fácil. Yo he pecado de trillados (“día claro”, “noche oscura”) así como del barroquismo y de los verbos comodines. Para afinar un poco las descripciones escribí uno de esos párrafos plagados de trillados, de adjetivos obvios, de adjetivos redundantes, etcétera. Es una escritura que fluye y sale a la  primera cuando escribimos. Lo primero que nos aparece en mente es la comodidad de una frase ya armada: “En la noche oscura titilan las estrellas”. Primero, la noche es oscura. Con decir noche ya es suficiente. Las estrellas titilan porque brillan de manera oscilatoria; además es una frase ya dicha tanto que cuando digo estrella la mayoría dirán que titilan. Esta oración no aporta mucho. Si bien cuando uno escribe hojas y hojas se le escapan estas cosas, después, cuando se corrige, hay que prestar atención y quitar lo sobrante y transformar lo que queda.

         Este es el párrafo de escritura casi automática que describe el inicio de una tormenta donde exagero el uso de trillados y adjetivos.

Desde lejos, los truenos anunciaban la lluvia torrencial en medio de la noche oscura a pesar que aún las estrellas titilan. Los pájaros volátiles, oscuros, nocturnos, lo sabían de antemano y buscan refugio en entre el denso follaje del árbol añejo del fondo de mi jardín perfumado.
         Las celestes gotas comenzaron a caer desde lo alto dejando sobre la tierra los charcos primeros charcos que marcaban sus aureolas de plata y, cada  tanto, reflejaban las iluminaciones de los refucilos.
 

         Marqué los sustantivos más importantes.
 Desde lejos, los truenos anunciaban la lluvia torrencial en medio de la noche oscura a pesar de las estrellas titilantes. Los pájaros volátiles, oscuros, nocturnos, lo sabían de antemano y buscaban refugio en entre el denso follaje del árbol añejo del fondo de mi jardín perfumado.
         Las celestes gotas comenzaron a caer desde lo alto dejando sobre la tierra primeros charcos que marcaban sus aureolas plateadas y, cada  tanto, reflejaban las iluminaciones de los refucilos.

         Luego, analicé los modificadores de estos sustantivos.

-Lluvia torrencial: cliché. En nuestro idioma existen palabras para la lluvia que es abundante como “aguacero” o “chubasco”.                              
-Noche oscura: cliché por obviedad o redundancia como día claro, beso pasional. Yo optaría por dejar solo noche ya que si digo noche una de las palabras que se disparan en la mente es oscura y fría. Si quiero decir otra cosa, por ejemplo, recuerdo una noche que caminaba por un descampado en medio de un apagón general y, a pesar que no había luz eléctrica, podía observar los detalles con mucha claridad gracias a la luna llena. En este último caso  podría incorporar un adjetivo para romper con la idea de noche oscura.
-Estrellas titilantes: cliché. Obvio que titilan, son estrellas.
-Pájaros volátiles: volátil porque vuelan o volátil porque se evaporan o desaparecen muy rápido. Habrá que ver en el contexto el significado.
-Pájaros oscuros: oscuro y nocturnos es la misma idea. Seguramente, cuando uno enumera varios adjetivos, la mente está buscando el adjetivo justo y hace un listado y hasta se usan sinónimos. En mi caso yo quito aúno a todos en uno solo, si fuera necesario.
-Pájaros nocturnos: misma idea que la anterior.
-Denso Follaje: acá se produce un tono alto con esto de colocar primero el adjetivo y luego el sustantivo. Lo habitual es al revés pero “follaje denso” es un cliché.
-Árbol añejo: “añejo” no es preciso ya que quería decir “viejo”, “antiguo”.
-Jardín perfumado: cliché.
-Celestes gotas: Igual a denso follaje. Y el agua azul o celeste es un cliché.
-Aureolas plateadas: Igual que las celestes.

 Desde lejos, los truenos anunciaban el aguacero en medio de la noche a pesar de las estrellas oscilantes. Los pájaros volátiles lo sabían de antemano y buscaban refugio en entre el follaje del árbol del fondo de mi jardín.
         Las gotas comenzaron a caer desde lo alto dejando sobre la tierra los primeros charcos que marcaban sus aureolas y, cada  tanto, reflejaban las iluminaciones de los refucilos.
 
         Sigamos analizando para tachar y reescribir:

-Los truenos desde lejos: obvio. Otra cosa sería si los escucho desde lo bajo y este sonido terrestre de un trueno me sorprendiera.
-Los truenos que anuncian que lloverá: obvio.
-Las gotas que caen y encima desde lo alto. Como decía mi abuela: “llueve de arriba pa’ abajo, no va a ser de abajo pa’ arriba”, burlándose cuando uno decía: “salgo afuera”, entre otras coloquialidades.
-Los charcos con aureolas refuerza la idea de las  gotas que caen ya que cuando el charco tiene aureola uno sabe que está lloviendo.
-Las iluminaciones de los refucilos: sí, los refucilos iluminan porque son refucilos.

         Quitando lo obvio:

A pesar de las estrellas oscilantes, la noche tronó y los pájaros, volátiles, buscaron refugio en el  árbol de mi jardín.   A los pocos minutos, el aguacero pobló la tierra con charcos luminosos.

         
Releo y sigo podando:
-Buscar refugio: en este caso, no buscan sino que se refugian. Al haber indicado que las aves se volvieron volátiles queremos decir que volaron y se perdieron de vista por la oscuridad y porque se refugiaron entre el follaje del árbol.
-Estrellas y noche: es la misma idea.

A pesar de las estrellas oscilantes, tronó y los pájaros, volátiles, se refugiaron en el  árbol de mi jardín. A los pocos minutos, el aguacero pobló la tierra con charcos luminosos.
 

         Yo creía, cuando comencé a escribir, que tachar era como tacharme y era cercenar la creatividad. Luego, aprendí que hay que escribir sin corregirse para luego corregir sin piedad. Incluso, para que doliera menos, cortaba y pegaba lo tachado en otro lugar para salvarlo. Eso sí, quizás haya alguna conjunción de palabras que se pueda salvar porque es original pero en el texto no funciona. Tengo un archivo donde pego las frases sueltas para reutilizar algún día.
         Cuando leo, además de anotar las frases que me gusta, que me conmueven, siempre subrayo aquellas combinaciones de palabras originales. Por ejemplo, “verde inmodesto” (Arundhati Roy).


¿No queda mucho mejor luego de las correcciones? ¿Tienen alguna modificación más que harían? ¿Cómo habrían corregido el texto original?



En resumen:


En definitiva, buscar la palabra justa. ¡Casi nada!


Por Keren Verna



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