LA ÁRIDA TAREA DE CORREGIR
La descripción, ya sea de un personaje o de un lugar, no es fácil. Yo he pecado de trillados (“día claro”, “noche oscura”) así como
del barroquismo y de los verbos comodines. Para afinar un poco las
descripciones escribí uno de esos párrafos plagados de trillados, de adjetivos
obvios, de adjetivos redundantes, etcétera. Es una escritura que fluye y sale a
la primera cuando escribimos. Lo primero
que nos aparece en mente es la comodidad de una frase ya armada: “En la noche
oscura titilan las estrellas”. Primero, la noche es oscura. Con decir noche ya
es suficiente. Las estrellas titilan porque brillan de manera oscilatoria;
además es una frase ya dicha tanto que cuando digo estrella la mayoría dirán
que titilan. Esta oración no aporta mucho. Si bien cuando uno escribe hojas y
hojas se le escapan estas cosas, después, cuando se corrige, hay que prestar
atención y quitar lo sobrante y transformar lo que queda.
Este es el
párrafo de escritura casi automática que describe el inicio de una tormenta
donde exagero el uso de trillados y adjetivos.
Desde lejos, los
truenos anunciaban la lluvia torrencial en medio de la noche oscura a pesar que
aún las estrellas titilan. Los pájaros volátiles, oscuros, nocturnos, lo sabían
de antemano y buscan refugio en entre el denso follaje del árbol añejo del
fondo de mi jardín perfumado.
Las celestes gotas comenzaron a caer
desde lo alto dejando sobre la tierra los charcos primeros charcos que marcaban
sus aureolas de plata y, cada tanto,
reflejaban las iluminaciones de los refucilos.
Marqué los sustantivos
más importantes.
Desde lejos, los truenos anunciaban la lluvia
torrencial en medio de la noche oscura a pesar de
las estrellas titilantes. Los pájaros volátiles, oscuros, nocturnos, lo sabían de
antemano y buscaban refugio en entre el denso follaje del árbol añejo
del fondo de mi jardín perfumado.
Las celestes gotas
comenzaron a caer desde lo alto dejando sobre la tierra
primeros charcos que marcaban sus aureolas plateadas y, cada tanto, reflejaban las iluminaciones de los refucilos.
Luego,
analicé los modificadores de estos sustantivos.
-Lluvia torrencial: cliché. En nuestro idioma existen
palabras para la lluvia que es abundante como “aguacero” o “chubasco”.
-Noche oscura: cliché por obviedad o redundancia como día
claro, beso pasional. Yo optaría por dejar solo noche ya que si digo noche una
de las palabras que se disparan en la mente es oscura y fría. Si quiero decir
otra cosa, por ejemplo, recuerdo una noche que caminaba por un descampado en
medio de un apagón general y, a pesar que no había luz eléctrica, podía
observar los detalles con mucha claridad gracias a la luna llena. En este
último caso podría incorporar un
adjetivo para romper con la idea de noche oscura.
-Estrellas titilantes: cliché. Obvio que titilan, son
estrellas.
-Pájaros volátiles: volátil porque vuelan o volátil
porque se evaporan o desaparecen muy rápido. Habrá que ver en el contexto el
significado.
-Pájaros oscuros: oscuro y nocturnos es la misma idea.
Seguramente, cuando uno enumera varios adjetivos, la mente está buscando el
adjetivo justo y hace un listado y hasta se usan sinónimos. En mi caso yo quito
aúno a todos en uno solo, si fuera necesario.
-Pájaros nocturnos: misma idea que la anterior.
-Denso Follaje: acá se produce un tono alto con esto de
colocar primero el adjetivo y luego el sustantivo. Lo habitual es al revés pero
“follaje denso” es un cliché.
-Árbol añejo: “añejo” no es preciso ya que quería decir
“viejo”, “antiguo”.
-Jardín perfumado: cliché.
-Celestes gotas: Igual a denso follaje. Y el agua azul o
celeste es un cliché.
-Aureolas plateadas: Igual que las celestes.
Desde
lejos, los truenos anunciaban el aguacero en medio de la noche a pesar de las
estrellas oscilantes. Los pájaros volátiles lo sabían de antemano y buscaban
refugio en entre el follaje del árbol del fondo de mi jardín.
Las gotas comenzaron a caer desde lo
alto dejando sobre la tierra los primeros charcos que marcaban sus aureolas y,
cada tanto, reflejaban las iluminaciones
de los refucilos.
Sigamos analizando
para tachar y reescribir:
-Los truenos desde lejos: obvio. Otra cosa sería si los
escucho desde lo bajo y este sonido terrestre de un trueno me sorprendiera.
-Los truenos que anuncian que lloverá: obvio.
-Las gotas que caen y encima desde lo alto. Como decía mi
abuela: “llueve de arriba pa’ abajo, no va a ser de abajo pa’ arriba”,
burlándose cuando uno decía: “salgo afuera”, entre otras coloquialidades.
-Los charcos con aureolas refuerza la idea de las gotas que caen ya que cuando el charco tiene
aureola uno sabe que está lloviendo.
-Las iluminaciones de los refucilos: sí, los refucilos
iluminan porque son refucilos.
Quitando lo
obvio:
A pesar
de las estrellas oscilantes, la noche tronó y los pájaros, volátiles, buscaron
refugio en el árbol de mi jardín. A los pocos minutos, el aguacero pobló
la tierra con charcos luminosos.
Releo y sigo podando:
-Buscar refugio: en este caso, no buscan sino
que se refugian. Al haber indicado que las aves se volvieron volátiles queremos
decir que volaron y se perdieron de vista por la oscuridad y porque se
refugiaron entre el follaje del árbol.
-Estrellas y noche: es la misma idea.
A pesar
de las estrellas oscilantes, tronó y los pájaros, volátiles, se refugiaron en
el árbol de mi jardín. A los pocos
minutos, el aguacero pobló la tierra con charcos luminosos.
Yo creía,
cuando comencé a escribir, que tachar era como tacharme y era cercenar la
creatividad. Luego, aprendí que hay que escribir sin corregirse para luego
corregir sin piedad. Incluso, para que doliera menos, cortaba y pegaba lo
tachado en otro lugar para salvarlo. Eso sí, quizás haya alguna conjunción de
palabras que se pueda salvar porque es original pero en el texto no funciona.
Tengo un archivo donde pego las frases sueltas para reutilizar algún día.
Cuando leo,
además de anotar las frases que me gusta, que me conmueven, siempre subrayo aquellas
combinaciones de palabras originales. Por ejemplo, “verde inmodesto” (Arundhati
Roy).
¿No queda mucho mejor luego de
las correcciones? ¿Tienen alguna modificación más que harían? ¿Cómo habrían
corregido el texto original?
En resumen:
En definitiva, buscar
la palabra justa. ¡Casi nada!
Por Keren Verna