QUESADILLAS O CARNE DE VACA
Hacía tiempo que tenía pendiente leer al novelista mexicano Juan Pablo Villalobos. Comencé con Si
viviéramos en un lugar normal, obra publicada en el año 2012.
La historia está contada en
primera persona por el protagonista, Oreo, un joven de 14 años, que vive en una casa muy humilde al borde de una
serranía en un pueblo de México, Lagos de Moreno, en los Altos de Jalisco. Como
dato, agrego que el autor también creció en este mismo lugar.
Desde la óptica del protagonista, que recuerda sus años de
adolescencia y el suceso central en la novela (no diré por el tema de spoiler),
veremos las dificultades de vivir en un país con una inflación constante y con
políticos corruptos que favorecen a los suyos para perpetuarse en el poder.
Página a página, se lee el contraste
permanente entre la forma de vida y la cosmovisión de pobres y ricos.
La historia sucede en 1987.
Desconocía los detalles de la situación de México y buscando información
encontré sobre la huelga universitaria que duró 20 días, durante un año con una
de las inflaciones más altas de la historia.
Cuando leía parecía que estaba sucediendo en mi país, ya que los
dichos y la forma de concebir la vida a través de los sucesos políticos y
económicos es una constante en Argentina. Justo hablaba de esto con una amiga,
de que en muchas novelas escritas por argentinos hay una mención la economía y
la crisis. Y otro tema en común entre mexicanos y argentinos es el de los
insultos. En mi país es el “boludo” y “pelotudo” que remata cada oración, hasta
de cariño: “Viste lo que le pasó a ese pelotudo”, “Sí, boludo, lo vi, qué
pelotudo”, “Pelotudazo resultó el boludo”. Y en México hay que reemplazar
“boludo” o “pelotudo” por “chingada”.
De forma constante, atraviesa la obra las formas en que el adolescente visualiza su condición de ser pobre,
negándose a aceptar su destino, en contra de la inercia y la resignación de los
adultos. Además, está siempre presente el tema
del hogar, de la casa, de la vergüenza que produce una casa humilde. Y es
así como él observa las otras construcciones que le parecen siempre mejores a
la suya.
A veces la dignidad se
consigue humillándose, parece confuso, pero no lo es: es la vida que nos toca
vivir a los pobres.
Este contraste es más evidente aún cuando se muda una familia polaca
tras construir una mansión en la ladera. A través de la familia recién llegada
puede observarse el idealismo de que viajar es preferible a vivir en el mismo
lugar, el viaje como signo de estatus social, y la idealización de la vida en
otros países de Europa y de Estados Unidos.
En Estados Unidos no
había basura, todo estaba reluciente, igualito que en la televisión. La gente
no era puerca, no tiraba la basura en la calle, todos la depositaban en su
lugar, en unos botes de colores que servían para clasificar los desechos.
Además, explora cómo es ser pobre en una familia numerosa. El padre
del protagonista es profesor de civismo en una escuela preparatoria (secundaria
en mi país) y fue quien tuvo la idea de poner nombres griegos a sus hijos. El
autor utiliza este recurso para otorgar cierto paralelismo entre las tragedias
a través de la característica de los personajes.
Mi papá nos presentó
pronunciando con orgullo nuestros fabulosos nombres griegos: Aristóteles,
Orestes, Arquíloco, Calímaco y Electra. En lugar de una familia parecíamos el
índice de una enciclopedia.
Villalobos utiliza el humor y
la ironía para expresar el sentimiento
de desolación y los vaivenes en la vida de la gente muy pobre. Disfruté del
estilo narrativo, la forma en que narra metiéndose en el habla de una clase
social. Produce el efecto de cercanía y complicidad con el lector.
El pueblo era tan
católico que estaba rodeado de espinas.
Otro protagonista, podría decirse, son las quesadillas. Es así como
comer quesadillas refleja la economía del país. Ahora me dieron ganas de
aprender a cocinarlas. En mi país, creo que son nuestros “panqueques”. Y
observé otras recetas que se parecían más a las empanadas.
Nosotros conocíamos muy
bien la montaña rusa de la economía nacional a partir del grosor de las
quesadillas que nos servía mi madre en casa. Incluso habíamos creado
categorías: quesadillas inflacionarias, quesadillas normales, quesadillas
devaluación y quesadillas de pobre —citadas en orden de mayor opulencia a mayor
mezquindad.
El autor ironiza sobre ciertas formas
de pensar de los mexicanos, sus
costumbres, el rol de la Iglesia y
del estado en los procesos sociales. Hay menciones de partidos políticos y
de sucesos sociales relativos a manifestaciones y marchas, que ofrecen un
contexto complejo que sostiene la historia. No solo es una familia, sino que es
una familia en relación con el avance de la urbanización y el impacto en sus
relaciones sociales con el trabajo y el resto de la parentela o familia
ampliada hacia sus abuelos, tíos, hermanos, etc.
Sobre su escritura, me recordó a César Aira y a la novela La maestra rural de Luciano Lamberti sobre todo en la manera de
mezclar aspectos delirantes con realismo. Indagando sobre la vida del autor,
puedo decir que, como becario en la universidad, estudió la obra de César Aira.
Quizás ahí radica la influencia que noté en esta novela.
Indagando un poco más cómo concibe su oficio, el autor dijo en entrevistas:
▬Intento escribir un
libro como los que a mí me gusta leer (...). Mentiría si dijera que tengo una
preocupación, a priori, por abordar los “grandes problemas del país”, por
intentar proponer, a través de mis libros, una interpretación de la violencia
que está viviendo México. Eso viene después, cuando la novela está publicada y
hay que construir un discurso coherente para explicarla. Es un ejercicio muchas
veces demagógico, porque esconde la verdad, que es muy banal: el hecho de que
lo único que me interesa es leer y escribir y que escribo para mantener ese
estilo de vida. (1)
▬Yo suelo reescribir
mucho, eso quiere decir abandonar lo que estaba haciendo y volver a empezar
porque no es lo que estaba buscando. En uno de esos momentos de desconfianza,
de decepción, de descubrir que lo que estabas haciendo no sirve…
▬Normalmente empiezo a
trabajar sin una idea muy clara de la trama o de los personajes, me gusta tener
mucha libertad al momento de empezar a escribir e ir descubriendo poco a poco
la novela. Por eso es quizás que tengo que recomenzar varias veces, titubeo
mucho pero así me gusta. Ya he probado comenzar a escribir teniendo más o menos
claro un esquema de la trama, del personaje, etc. y me parece que resulta una
escritura muy previsible. (2)
TRAS LOS PASOS DE OREO Y LOS GEMELOS NO IDÉNTICOS
Como mencioné, la historia sucede en Altos de Jalisco, en Lagos de Moreno. Mirando en los mapas de Google encontré un barrio que se llama Cañada de ricos. ¿Sería este el lugar que menciona el autor con el nombre de La Chingada?
Las fotos de abajo son de la zona de Cañada de Ricos.
Más hacia la zona céntrica, las casas están más apiñadas entre calles angostas. Me encantó el colorido de las casas y las plantas con flores en macetas, además del uso de ciertos elementos decorativos coloniales.
Si viviéramos en un
lugar normal es una novela de lectura
ágil, entretenida, un poco delirante, pero que nos permite adentrarnos en una
familia pobre mexicana para comprender la formas que asume la supervivencia
cotidiana, a la espera de salir de su condición de clase para, al menos, pisar
lo más abajito de la clase media, pero clase media al fin.
Seguiré leyendo al autor ya que ha publicado varias novelas y hasta
cuentos, y me ha gustado. Me interesa mucho No
voy a pedirle a nadie que me crea. ¿Alguien lo leyó?
Besos y buenas lecturas!
Notas