La librería de P. Fitzgerald (Mi lectura)

GRIS SOBRE EL MAR GRIS

Como parte del mes de Leo autoras en octubre (#LeoAutorasOct) continué leyendo a Penélope Fitzgerald porque me gustó mucho su forma de escribir. Además, quería leer la novela La librería antes de ver la película que tengo pendiente desde hace unos meses.

Me esperaba de esta novela una historia en torno a una mujer amante de los libros junto a un pueblo pintoresco y a la orilla del mar. Muelles de madera oscura, barcos, libros antiguos, mar gris: casi mi paraíso personal. Lamentablemente, se habla de los libros desde otro punto de vista. Y es que esta novela viene bien reseñada y creo que eso hizo que esperase otra historia. Quizás, como presupuesto, leí “librería” y pensé en libros y en amantes de libros. No se me ocurrió pensar los libros como mercancía.

Su título original en inglés es Bookshop y su primera edición de 1978.

ASÍ COMIENZA

En 1959, Florence Green pasaba de vez en cuando alguna noche en la que no estaba segura de si había dormido o no. Se debía a la preocupación que tenía sobre si comprar Old House, una pequeña propiedad con su propio cobertizo en primera línea de playa, para abrir la única librería de Hardborough. Probablemente era esa incertidumbre lo que la mantenía despierta. Una vez había visto volar por encima del estuario a una garza que intentaba, mientras estaba en el aire, tragarse una anguila que acababa de pescar.

La librería es una novela corta, bien escrita, ambientada en el año 1959, en  Hardborough, un pueblo costero de Inglaterra. En este lugar no existen librerías ni demasiados negocios. Por este motivo, Florence Green, una mujer viuda, decide comprar Old House mediante un préstamo bancario y abrir la única librería del pueblo. Además, desea un emprendimiento que le permita vivir. 

[Florence] Era pequeña de aspecto, delgada y huesuda, un poco insignificante vista desde delante y completamente insignificante por detrás. No se hablaba mucho de ella, ni siquiera en Hardborough, donde los amplios espacios permitían ver a todos los que se acercaban, y donde todo lo que se veía era objeto de comentario.

Pero en todo pueblo, por más pequeño que sea, existen esas familias poderosas que dominan fomentando ciertas ideas y prácticas. Es un claro ejemplo del dicho «pueblo pequeño, infierno grande». Justo Old House está en la mira de una mujer, Sra. Gamart, la esposa de un general, que desea abrir un centro de artes. Lo demás no puedo contarlo porque de eso se trata la novela, de sacar adelante un negocio en un pueblo alejado de la urbe.

Todos procuraban ser amables con su anfitriona
porque eso les hacía la vida más fácil.

La dicotomía entre dos clases sociales se observa bien en la escuela cuando la ayudante de Florence y los demás niños deben someterse a un examen que decide qué tipo de educación superior recibirán. Esta tensión binaria está presente a lo largo de la obra: rural y urbano, hombre y mujer, pasado y presente, innovar y conservar, clase alta y baja, demoler o restaurar. Incluso, un personaje bastante excéntrico, como los que me gustan, le dice a Florece:

Me parece que usted podría estar confundiendo
la fuerza con el poder.

Florence es la fuerza y la Sra. Gamart es el poder. La fuerza se ve venir, es explosiva, mueve mucha energía física y mental. Puede ser fuerza moral, fuerza física, fuerza psíquica. El poder es sutil, invisible, por lo general lo vemos cuando ya actuó. A la fuerza, en cambio, lo vemos cuando está actuando, en su despliegue.

Old House es una construcción antigua, llena de humedad, una verdadera ruina, y está habitada por un rapper (un fantasma o espíritu). Desconocía que se le llamara de esta manera en inglés y leí un poquito más. Un rapper es un fantasma que mueve cosas, que se manifiesta a través del ruido. Esta parte me interesó mucho pero no está desarrollada, es más, queda como un terrible cabo suelto. ¿Quién era el espíritu? Además, si el espíritu es real, la novela es una historia sobrenatural. No podría decirlo porque la autora solo habla del fantasma porque mueve cosas, pero nada más. La verdad que no me convence dejar este asunto sin redondear. Quizás este espíritu sea una metáfora de la lucha entre las dos mujeres, como si fuera el pasado encarnado (Sra. Gamart) y Florence,  el futuro. O sea, la encarnación de la misma Old House que se niega a ser ocupada. Igual, hay que buscar el significado medio de los pelos.

Tampoco profundiza en los libros. Por ejemplo, cuenta al pasar que hay un libro que no sabe si vender o no: Lolita. Nada más. Y eso fue todo.

Yo hubiera ahondado el conflicto con una sección de novelas eróticas en una librería, como el Marqués de Sade, en un pueblo inglés muy conservador. Me resta ver la película para saber si la directora aprovechó mejor ciertos elementos que no se profundizan en la novela.

No tengo la edición que incluye el posfacio del yerno de la escritora que cuenta cómo ella escribió la novela. Pero, según leímos en la obra anterior reseñada (A la deriva), ella comenzó a escribir luego de sus cincuenta años. Durante una primera etapa, se inspiró en su experiencia para narrarlas en sus novelas. La librería la escribió cuando tenía 61 años y fue a raíz de haber trabajado en Southwold, Suffolk, en la librería Sole Bay Books. Se había mudado allí con sus tres hijos por la pobreza.

Sobre el género de esta novela, La librería, en la sinopsis se dice que es «tragicómica». Yo no le encontré la parte cómica en ningún lado, me pareció un drama contemporáneo contado a través de sucesos cotidianos, como es el estilo de la autora.

TRAS LOS PASOS DE FLORENCE

Se mencionan diversos sitios, además del pueblo costero de Hardborough, como: Suffolk, calle Wigmore, Cambridge, Yarmouth, Londres, Kinghtsbridge.

Me gustó la ambientación, la forma de incluir la naturaleza contra el pueblo, demoliendo casas con la erosión, desarmando paredes con la humedad y con sus musgos invadiendo los rincones. Humedad, gris, mar, me hacía la idea de un pueblo aislado por una neblina.

Hardborough es un nombre ficticio. Suponemos que se inspiró en Southwold, donde vivió, en un almacén de ostras llamado Blackshore, próximo al dique conocido como Hard. La traducción de Hardborough sería algo así como “pueblo duro”. Es un buen ejemplo como al crear nombres podemos dar nuevos significados a las historias.

El propio pueblo era una isla entre el mar y el río, que murmuraba y se plegaba sobre sí mismo en cuanto sentía que llegaban los fríos otoñales. Cada cincuenta años o así perdía, como por un descuido o por indiferencia hacia semejantes asuntos, algún medio de transporte.

Intenté buscar la librería donde trabajó la autora, pero fue cerrada en 1990.

La librería de Penélope Fitzgerald es una historia bonita, que se lee en una tarde. Para mi gusto, le faltaron páginas, más conflicto, cerrar el cabo suelto del espíritu instalado en Old House. Algunas sorpresas y giros me atraparon porque quería saber cómo terminaba.

¿Quién sería o qué sería el «rapper»?

Me despido con una canción que se menciona en el libro: Lonnie Donegan, Putting on the Agony, Putting on the Style.