Hace unos años, luego de leer El guardián entre el centeno de Salinger, buscando algo similar para
leer porque quedé encantada con el estilo del autor, llegué a una recomendación
de John Kennedy Toole ya que
decían era una lectura imprescindible. Busqué sobre su vida y me conmovió que
se suicidara tan joven, a los 31 años, en 1969,Nueva Orleans.
Aparentemente, luego de enviar su manuscrito a varias editoriales y recibir
solo rechazos decidió quitarse la vida. Antes visitó la tumba de uno de sus
escritores que influenciaron en su obra: Flannery O’Connor. Él dejó
una carta a su madre, pero ella nunca mencionó el contenido. Algunos dicen que
él se sintió asfixiado por ella ya que él nació cuando su madre era grande,
luego de muchos años de esperar un hijo, lo que hizo que se abocara por
completo incluso cuando su hijo ya fue adulto. También se habla de una supuesta homosexualidad, que
imagino que en esa época no sería fácil y más siendo docente. Pero, las causas
nunca las sabremos y serán solo especulaciones.
Luego de la muerte de John, su madre, al descubrir dos manuscritos,
parece que los demás el autor los quemó, insistió ante editores con La
conjura de los necios para cumplir el sueño de su hijo. La obra se
publicó y el autor ganó el Pulitzer en 1981 de manera póstuma. Esta fama llevó
a que la novela de la cual quiero hablar en esta entrada, La biblia de neón, fuera
publicada después, obra que John escribió cuando tenía 16 años. John Kennedy
Toole es un autor con solo dos obras.
En tanto leía me maravillaba cómo alguien sin recibir clases
especiales escribe de esa manera. Un
hombre de mucho talento. Esta obra me recordó a El arpa de hierba de Truman Capote, novela que tengo que releer uno
de estos días.
La biblia de neón trata sobre
un muchacho que se marcha de su pueblo, en el sur de Estados Unidos y, en tanto
viaja, recuerda desde que era niño hasta el momento de subir al tren e irse.
Poco a poco, descubrimos sobre la vida en un pueblo, los dramas familiares que
soportó y el rol de la religión en ese pueblo sureño.
ASÍ COMIENZA
Es la primera vez que
viajo en tren y llevo ya dos o tres horas sentado. Es de noche y no veo el
paisaje, pero cuando el tren partió, el sol empezaba a ponerse y pude ver las
hojas rojizas y pardas y la hierba de color canela en la ladera de la colina.