La taberna: una libreta para el recuerdo
Víctor Fernández García
2016
250 páginas
Editorial Amazon
Joel ronda los
treinta.
Se siente atrapado en un punto vital que no parece reportarle
demasiada felicidad.
Su trastorno bipolar le ha arrastrado, más que acompañado, por buena
parte de su camino.Bien pronto creyó encontrar un bastón para subsanar la problemática
maníacodepresiva.
Desde que el alcohol
llegó a su vida fue creciendo en protagonismo a medida que su salud mental
abría de par en par las puertas del oscuro territorio de una mente que hierve
en busca de claridad.Una libreta siempre le acompaña.
En ella, Joel plasma retazos de su mundo interior.
Necesitado de paz, dará forma a un buen consejo encontrando el rastro
de una misteriosa taberna.
Será allí donde habrá de recrudecerse la batalla contra el trastorno,
el alcohol y un monstruo.Armado únicamente con un lápiz y las páginas de su libreta, perseguirá
la estela de una salida a la autodestrucción que le consume cíclicamente, desde
hace tanto tiempo que la oscuridad parece haber conquistado un lugar en el cual
la tímida luz de un farolillo permanece, no obstante, encendida.
Leí este libro como parte de una propuesta de lectura
conjunta que ya he comentado en otro post.
La Taberna: una libreta para el recuerdo narra el desafío de superar ciertos padecimientos y emociones.
Los abismos personales representan un lugar al que cada uno de
nosotros podemos encontrar acceso, abriendo puertas que fabricamos con nuestra
experiencia personal.
Joel deberá enfrentarse a su
bipolaridad y dejar de lado al alcohol para hallar otras maneras de convivir y seguir adelante. Uno de los recursos del que se vale es registrar en una
libreta, hasta ficcionalizar, sus estados y volcarse en lo que lo rodea, como
el mar que se me ha presentado como simbólico. El agua es signo de cambio, de
movimiento y es usada en muchos ritos como bautizos para renacer.
El mar seguía tan serio como de costumbre. La última vez que sintió
sus carcajadas él era una maldita luciérnaga de esperanza tan solo atormentada
por un sinfín de pesadillas, que peleaba con las olas inventando docenas de
inverosímiles movimientos.
…emergió del lago tras el
primer enfrentamiento, agotado y con sangre de anaconda en su machete.
Escribir, el arte, es sanador, permite abrir un espacio de
reflexión, pensar realidades posibles, romper con el molde que te empuja a
vivir una vida que, en muchos aspectos, nos resulta hasta ajena. Esta misma
experiencia de escritura se halla en La
taberna con sus diversos registros: una libreta en la cual el
protagonista se explaya sobre sus pensamientos relativos a su tratamiento y sus
progresos, la experiencia de Joel, la historia del espacio de la taberna y las
palabras finales de tono ensayístico; estas
voces confluyen en el mismo conflicto: el padecimiento y las formas de
superarlo.
Esta multiplicidad de voces es un punto interesante ya que coloca a
esta obra entre una novela y un ensayo, además del género de autoayuda. Me
atrevería a decir que está cercana a la técnica de pastiche donde el autor se
vale de varios registros, en este caso, como mencioné: narrativa con la
historia de Joel y la taberna, el registro de la libreta, el ensayo con la
experiencia personal.
A medida que leía, pensaba en la semejanza de los
sufrimientos humanos, ya que me sentí identificada en muchos pasajes. Incluso,
hoy día contamos con especialistas que ayudan a sobrellevar estos sufrimientos: psicólogos, psiquiatras, terapeutas varios; además, un sinfín de teorías que hablan sobre el tema con sus corrientes distintivas.
Más allá
de la experiencia personal de padecer algún trastorno o engancharse a algún
consumo, no puedo dejar de pensar este tema a nivel social. Se nos vende una
botella de cerveza como “es bueno para ti”, “el placer del momento”. O una
gaseosa: “Destapa la felicidad”. O la propaganda de un cigarrillo: “Sé feliz.
Ten suerte”, “Siempre es un placer”. Consumir nos da “felicidad”, “placer”.
Cuando leo estas frases me acuerdo de Un
mundo feliz de Huxley, que releí hace unos días, y el consumo de una pastilla llamada soma. ¿Cuántos somas nos venden y consumimos por día en formato de
comida, tabaco, alcohol o medicamentos? Creo que es terrible este último caso,
con las farmacéuticas y su intento por aventar al mercado las drogas bajo
publicidades en los medios en las horas pico de audiencia: “Tabletas aspirinas, el fin del
sufrimiento”, “El inicio de un día exitoso”.
La
lectura me llevó a reflexionar sobre mi vida y sobre nuestra sociedad, a detenerme en varios pasajes para registrar también, como en la libreta de Joel, aquellas ideas que me generaba.
En la lectura me acerqué al crecimiento personal que
conlleva enfrentarse a una crisis y hallar la manera de superarla. Es un libro
valioso por lo esperanzador y una lectura que enriquece.
Cierro
esta entrada con las otras frases del libro que estoy compartiendo por las redes. ¿Se llevan alguna?
Aclaración: Las imágenes que usé de fondo pertenecen al sitio
Unsplash. Agradezco al autor el envío de una copia para su lectura y a R.
Crespo por la iniciativa de compartir esta lectura.