PLANIFICACIÓN Y DOCUMENTACIÓN: EL
CONTEXTO
Ya he hablado en nueve entradas anteriores sobre los primeros pasos antes de sentarse a escribir. Esta entrada
se me ocurrió porque justo estoy planificando una novela de fantasía y me
pareció útil compartir los problemas o las ideas que me surgieron.
Todo fenómeno sucede en un lugar y
en un tiempo. Traten de pensar un hecho por fuera del tiempo y del espacio. No se
puede. Kant los llamó los invariables. Si pensamos en una guerra, ya nos pide
que pensemos quiénes se enfrentan y dónde; si es un viaje, cuándo y desde dónde
y hacia dónde. No es distinto para los hechos ficcionales. Uno de los primeros
aspectos que uno registra es si es un tiempo pasado, si es contemporáneo
o si es sobre el futuro. Ahí ya nos salta el sentido común y nos dice: pasado
es novela histórica o fantasía, presente es drama contemporáneo y futuro es
ciencia ficción. Este primer acercamiento puede ser incorrecto. Podemos
escribir ciencia ficción en el tiempo presente, por ejemplo. Y sobre el lugar,
podemos escribir fantasía ubicando la historia en otro planeta como la novela Eliantris de Brando Sanderson que sucede
en otro universo llamado Cosmere.
Así, los primeros aspectos que el
lector necesita para anclar a los personajes en un conflicto, que es la
energética de toda novela, es un lugar y un espacio.
Una historia puede desarrollarse
en un lugar que no existe. En realidad todo lugar no existe en concreto y ya me pongo
puntillosa. Si mi protagonista viaja a París, no es París empírico, es París
recreado en una obra de ficción. Algo así como la diferencia entre un mapa
(recreación) y un territorio (real), o la pipa en una foto y la pipa que estoy
fumando. “Esto no es una pipa”, aclara Magritte cuando dibujó una y parece que
alguien se la quiso fumar.
Entonces, elegir el lugar es una
elección importante. Si la novela trata sobre elfos, salvo que quiera meter
elfos en Nueva York, tal vez sea buena idea crear una ciudad elfa mediante un
nombre inventado. Si deseo hablar sobre la competencia feroz en una empresa,
tal vez Nueva York sea adecuada, salvo que la competencia comercial sea entre
elfos.
Además, el lugar y el tiempo nos influyen
en el tipo de lenguaje a elegir. Por ejemplo, la novela que recomiendo de
Federico Andahazi, El anatomista, ciertos pasajes están escritos imitando la forma de
narrar antigua.
Quizá os preguntéis por qué me decido a revelaros mi secreto nada más
que a vos. Y sucede que, aunque aún no lo sepáis, vos fuisteis la fuente de los
descubrimientos que me fueron revelados.De vos depende ahora. Si consideráis que cometo sacrilegio por decir
lo que he jurado callar, detened ahora mismo la lectura y que estos papeles
acaben en el fuego. Si acaso todavía os merezco un poco de crédito y habéis
decidido seguir adelante con la lectura, os ruego que, en el mismo Nombre de
Dios, guardéis el secreto.
Los nombres de nuestros personajes
también estarán influidos por el tiempo y el lugar. Para esta novela de
fantasía que estoy planificando opté por nombres germánicos antiguos. Ni bien se leen varios de estos nombres, ya el lector se coloca en un lugar.
Es un debate interesante pensar
por qué ciertos nombres de personajes ya nos aparecen anglosajones. Al menos me
pasa y me cuesta mucho despegarme una vez que mi personaje se llamó John, es
John a muerte. Lo puedo renombrar Juan, pero luego, cuando estoy leyendo lo que
escribí le digo John. Para una novela distópica que está en etapa de corrección
estuve trabada varios meses con los nombres. Al final mi personaje se llama
Devin Green porque así nació y no pude despegarme. Pero la novela sucede en un
futuro lejano, en un lugar que hoy no existe. Eso me permitió optar por nombres
no habituales de Argentina, por ejemplo.
El lugar también nos llevará a
optar por un tipo de habla. Si nuestra novela sucede en una cárcel argentina podríamos
incorporar el tumbero, una forma de
hablar (jerga) que se usa en las cárceles. Por ejemplo, “yuta” es policía. Si
ambientamos nuestra novela en Nueva York es lógico que aparezcan palabras del
inglés, marcas, nombres de comercios en inglés, por lo general.
Incluso, el lugar y el tiempo
impactan en la forma de ver el mundo, en la forma de ser de los personajes. En
una ciudad superpoblada, por lo general, los tiempos están más pautados y las
actividades se realizan de manera más rápida. Los relojes marcan los segundos.
Cada segundo cuenta, es lo que nos dicen en tanto apuntamos mil actividades en la agenda. En cambio, en tiempos muy remotos, sin relojes, eran otros
los parámetros. En algunas tribus el tiempo libre era mayor y se dedicaban a
juntarse y charlar, a relacionarse entre familias o clanes. El afán por el trabajo y que el tiempo sea
productivo es típico de hoy día en occidente. Pero en la
Edad Media las preocupaciones religiosas, la virtud y la fe eran temas
centrales de preocupación. Piensen que era la Iglesia quien definía la
anormalidad. Si alguien no era “normal”, el castigo por salirse de la norma era
materia divina, era de Dios. Hoy, en cambio, es la medicina la que tiene la voz
autorizada. Entonces, hay que meterse en la cabeza de esos personajes para
mirar el mundo como ellos lo hacen. Y esa manera de mirar será acorde al tiempo
y al lugar. Miren qué interesante el siguiente párrafo:
Se busca (en la cultura contemporánea) exclusivamente la potencia de
rendimiento o de trabajo tal como conviene a un período que no está ya habituado
a dirigir su atención hacia las grandes personalidades, sino que reemplaza la
nobleza de corazón por la problemática honorabilidad de la capacidad
profesional. (…) El Renacimiento, si se hubiera preocupado por la psicología,
se habría interesado quizás por la aptitud del hombre para las grandes
realizaciones; la Edad
Media habría buscado las condiciones de la aptitud para la
fe, y la Antigüedad,
por lo menos en parte, se habría interesado por la aptitud para la felicidad.
Esos rasgos de personalidad han perdido su valor para la psicología moderna y
no ha quedado más que el celo hacia el trabajo, la ambición y la capacidad de
éxito, es decir, un conjunto de rasgos que la Antigüedad hubiera
atribuido, sin vacilación, a la más baja categoría de hombre, al esclavo y al
paria.
(L. Klages. 1959. Los fundamentos
de la caracterología. Editorial Paidós)
Entonces, definir el lugar y el
espacio definirá el tipo de personajes, su idiosincrasia, su forma de ver el
mundo, los eventos que suceden en ese contexto (guerras, crisis, cuestiones de
género, rol de la mujer, trabajos más prestigiosos).
Uno de los primeros aspectos que
tenemos que pensar ni bien se nos ocurre una idea, como la historia de una
chica que se va de su casa, es dónde y cuándo sucederá. Esto nos ayudará a
planificar lo demás como conflictos, personajes, construcciones, espacios.
EJERCICIO FINAL
Para cerrar esta entrada, les dejo
una pequeña tarea: busquen novelas que leyeron y registren el contexto (cuándo
y dónde) y piense cómo esta decisión influye en la historia que narra, ya sea
en la construcción de personajes, en el conflicto u otro tema. Ahora, cambien el tiempo y lugar y reflexiones cómo impacta en la obra.
Besos y buena escritura. Nos vemos
en la próxima entrada.