ROAD TRIP 0 NOS VAMOS DE VIAJE
Este verano se me dio por leer novelas sobre viajes. A lo
norteamericano se conocen como “road trip”. La clásica, que ya reseñé, es En elcamino de Jack Kerouac. Fue
así que leí Goodbye Berlín, que me gustó muchísimo, y terminé de leer Viajes
con Charley, en busca de Estados Unidos de John Steinbeck, el autor de la famosa novela Las uvas de la ira.
El libro que estamos reseñando no
es una novela, es una crónica de viaje porque el escritor narra
las experiencias de su viaje por Estados Unidos partiendo de su casa de pesca
en Sag Harbor. Me resultó interesante su propuesta de conocer aquello de lo
cual desea escribir, es decir, que una experiencia importante como escritor es
salir al mundo y observarlo, buscar inspiración, nutrirse.
MI LECTURA
Ya cuando contaba con más de
cincuenta años y varias novelas de éxito, John Steinbeck se plantea el deseo de
viajar. “Mi plan era claro, conciso y razonable, creo yo. He viajado por
diversas partes del mundo durante muchos años. En Estados Unidos vivo en Nueva
York, o me voy a Chicago o a San Francisco. Pero Nueva York no es más los
Estados Unidos de lo que París es Francia o Londres es Inglaterra. Así que
descubrí que no conocía mi propio país. Yo, un escritor estadounidense, que
escribía sobre Estados Unidos, estaba trabajando de memoria, y la memoria es,
en el mejor de los casos, un depósito defectuoso y deformado. No había oído el
habla del país, ni olido la hierba ni los árboles ni las alcantarillas, ni
visto sus cerros ni sus aguas, ni su color ni la calidad de su luz. Sabía de
los cambios sólo por los libros y los periódicos. Pero, aparte de eso, llevaba
veinticinco años sin sentir el país”.
En 1960, se compra una caravana
con todas las comodidades posibles para viajar sin detenerse demasiado,
prescindiendo de hoteles y paradores. Llamó a su caravana Rocinante. Su perro Charley, un tanto excéntrico y particular, un caniche francés, se suma a su viaje. Recorre unos 16.000 kilómetros
en 75 días. Si consideramos que la distancia entre Nueva York a Buenos aires
es de 8500
kilómetros , fue como ir en auto de ida y vuelta.
Este libro fue publicado en 1962,
en el mismo año que recibe el premio Nobel. Esta obra puede leerse como una
crónica, donde el autor observa costumbres, rememora, analiza de manera aguda
sobre las prácticas que observa, sus temores.
El viaje nace como la necesidad de conocer aquello de lo que escribe.
Pero también de un deseo, que califica hasta como enfermedad, de moverse, de
salir; deseo como
parte de la naturaleza de los norteamericanos. Con 58 años, lo cumple. Me
conmovió su fortaleza para llevar a cabo eso que tanto deseaba. Me pregunté si
yo algún día podría hacer lo mismo con esa llamada que siempre sentí de marchar
hacia el mar.
Cuando el virus del desasosiego empieza a tomar posesión de un hombre rebelde, y el camino que lleva lejos de aquí parece ancho y recto y grato, la víctima debe hallar primero en sí misma una razón buena y suficiente para ponerse en marcha.
Cuando yo era muy joven y sentía dentro ese ansia de estar en otro sitio, las personas mayores me aseguraban que al hacerme mayor se me curaría este prurito. Cuando los años me calificaron de mayor, el remedio prescrito fue la edad madura. En la edad madura estaba ya seguro de que con unos años más se aliviaría mi fiebre y ahora, con cincuenta y ocho, de que tal vez la senilidad lo consiguiese. Nada ha funcionado.
Creo que realizó el viaje en el
momento justo, con casi 60 años, su mirada es madura y puede unir sus
experiencias del pasado. Por momentos, me sonaba a una voz algo nostalgiosa, como de despedida, como si
fuera su único viaje, como si quisiera mirar el mundo por última vez. John
Steinbeck murió joven, a los 66 años. Además cuenta en la novela sobre sus
problemas de salud. ¿Esto también habrá influenciado para irse?
Durante su viaje, reflexiona sobre
la identidad norteamericana, sobre sus costumbres, el rol de los inmigrantes. También sobre el amontonamiento en las
ciudades de las cuales huye ya que prefiere manejar por rutas, atravesando
campos y pueblos pequeños.
A mí, que me encantan las palabras y la posibilidad infinita de palabras, me entristece este hecho inevitable. Porque con el acento local desaparecerá el ritmo local. Los modismos, las metáforas que hacen que el lenguaje sea rico y esté lleno de la poesía del lugar y el momento, morirán inevitablemente. Y en su lugar habrá un habla nacional, envuelta y empaquetada, uniforme e insípida.
También narra sobre la escritura.
Cuando me enfrento a la imposibilidad desoladora de escribir quinientas páginas cae sobre mí una sensación morbosa de fracaso y el convencimiento de que nunca lo conseguiré. Siempre me pasa eso. Luego, poco a poco, escribo una página y después otra. Todo lo que puedo permitirme considerar es un día de trabajo, y desecho la posibilidad de terminar alguna vez.
Uno de los pasajes que más me
gustaron es cuando él reconstruye quién habitó antes la habitación que acaba de
alquilar. Reconstruye, como un detective, por las pistas, de manera que ahí
mismo, a partir de despojos, construyó un personaje: Harry el solitario.
…un ser humano que ocupa una habitación una noche deja impresos su carácter, su biografía, su historia reciente y, a veces, sus esperanzas y planes para el futuro. Creo además que la personalidad impregna las paredes y se va desprendiendo luego lentamente. Esto podría muy bien ser una explicación de los fantasmas y de manifestaciones de ese tipo. Aunque mis conclusiones puedan ser erróneas, parezco ser sensible al rastro del ser humano. Además, confieso sin el menor recato que soy un mirón incorregible. Jamás he pasado por delante de una ventana sin persianas o visillos sin que haya mirado por ella, jamás he hecho oídos sordos a una conversación que no era asunto mío. Puedo justificar y hasta dignificar esto alegando que en mi oficio hay que saber cosas de la gente, pero sospecho que soy simplemente curioso.
Mencionamos que podría ser
calificada como crónica de viaje,
aunque no todos están de acuerdo.
Según un periodista norteamericano, que escribió un libro sobre ello y hasta
posee una web, el libro es ficcional porque es imposible que haya recorrido
todos los lugares; además achaca que el autor paró en hoteles de lujo y su
esposa lo acompañó en varios tramos. Ficción o no, no me parece que desmerezca
el libro ni la lectura. Tampoco creo que
un escritor deba dar explicaciones sobre si su obra es ficcional o no, si se
basó en qué para escribir. Lo bueno de la lectura es que posibilita que el
lector interactúe. Si le contás el chiste, anulás la independencia de quien
lee. Quizás Viajes con Charley parte
de un viaje real e incorpora aquello que uno siente o desea en tanto viaja.
TRAS LOS PASOS DE JOHN
Intenté durante un tiempo
registrar todos los sitios para marcarlos en un mapa pero me fue difícil porque
son tantos los lugares que menciona que me terminé mareando. Por suerte, existe
un mapa online con la ruta que él siguió. No obstante, busqué información, como
siempre, en Google Maps, y tomé algunas imágenes para el recuerdo de este viaje
ficcional.
John Steinbeck poseía una casa de
pesca en Sag Harbor, Long Island. Parte desde allí hacia el norte.
Sag Harbor - EEUU (Google Map) |
Sag Harbor - EEUU (Google Map) |
Stonington - EEUU (Google Map) |
Stonington - EEUU (Google Map) |
CONCLUSIÓN
Viajes con Charley es un libro que te invita a moverte, a salir, a viajar, a conocer el
territorio en el cual discurres día a día. Para quien escribe, además, permite
comprender la importancia de la observación, de pescar ideas, escuchar frases,
registrar palabras. Las historias están en todas partes. Con Rocinante o sin
Charley. ¿No te dan ganas de partir en búsqueda de algo extraordinario?
Besos y buenas lecturas.
¡Hola!
ResponderEliminarLa verdad que nunca he leído nada de este estilo, pero me ha picado la curiosidad. Me lo apunto para cuando me apetezca algo diferente ^^
Un beso
Hola, espero te guste como a mí! Besos
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