La balada del café triste (Mil lectura)

Balada del café triste

Carson McCullers

2011

Seix Barral

155 páginas

 Bajo el título de uno de ellos, La balada del café triste, se agrupan en este libro varios de los relatos más significativos de la singular y sutil narrativa deCarson McCullers, que han accedido ya a la consideración de clásicos de la moderna literatura norteamericana y constituyen incursiones en la silenciosa, secreta y sagrada intimidad del alma de sus personajes. Narrados con un prodigioso sentido de la construcción, los relatos de Carson McCullers alcanzan una resonancia interior que va mucho más allá de su sencilla y directa observación de la realidad. El mundo punzante, desesperanzado y profundamente poético de Carson McCullers constituye, en palabras de Edith Sitwell el legado de «una escritora trascendental».

ASÍ COMIENZA

El pueblo de por sí ya es melancólico. No tiene gran cosa, aparte de la fábrica de hilaturas de algodón, las casas de dos habitaciones donde viven los obreros, varios melocotoneros, una iglesia con dos vidrieras de colores, y una miserable calle Mayor que no medirá más de cien metros.

No había leído antes nada de la autora y la tenía pendiente desde hacía muchos años.

Esta obra es una novela corta o un cuento largo, más me inclino por lo segundo y escrita de manera que uno parece estar oyendo al narrador que nos habla a nosotros como si hubiera vivido allí y nos hace partícipes de algo que vivió. Es un narrador que cuenta con sencillez sobre la dureza de crecer en un pueblo pobre del sur de Estados Unidos, en Georgia. No obstante, este narrador juzga demasiado y peca de explicar aspectos como si el lector no se diera cuenta o no pudiera sacar sus propias conclusiones.

El tejedor es muy poquita cosa: un hombrecillo cetrino, cojitranco y desdentado.

Le gustaba ver trabajar a los demás, como les pasa a todos los vagos de nacimiento.

El corazón herido de un niño se encoge a veces de tal forma que se queda para siempre duro y áspero como el hueso de un melocotón. O, al contrario, es un corazón que se ulcera y se hincha hasta volverse una carga penosa dentro del cuerpo, y cualquier roce lo oprime y lo hiere.

La historia narra las relaciones sociales en un pueblo pequeño del sur de Estados Unidos a mitad del siglo XX  y la importancia que cobra el único café en la única cuadra céntrica; muestras las miserias, la supervivencia y la lucha por escapar de la pobreza, el entretenimiento de los rumores sobre la vida de los vecinos, los amores, los desamores.

El pueblo de por sí ya es melancólico. No tiene gran cosa, aparte de la fábrica de hilaturas de algodón, las casas de dos habitaciones donde viven los obreros, varios melocotoneros, una iglesia con dos vidrieras de colores, y una miserable calle Mayor que no medirá más de cien metros.

Miss Amelia, una mujer con fuerza y carácter emprendedor, se envuelve en dos relaciones que la pondrán a prueba: su marido y su primo. Estas nuevas relaciones alteran sus rutinas. Ella posee dinero y el pueblo ha puesto un ojo en lo detalles de su vida, fisgoneando por las ventanas y tratando de hacerse de los últimos chismes sobre la vida de ella. Son espectadores, pero participan magnificando, como una lente, algunos sucesos. No es fácil escapar de las miradas en un pueblo tan pequeño y con tan pocos habitantes, siendo la persona con más dinero. Ya conocemos el dicho: “Pueblo pequeño, infierno grande”. Mucho más cuando alguien se ha enamorado y ese romance es algo conflictivo.

La dueña del café era miss Amelia Evans. Pero la persona que más contribuía al éxito y a la animación del local era un jorobado, a quien llamaban «el primo Lymon».

Me gustó la construcción de los personajes de manera compleja, cada uno con virtudes y defectos; personajes que no me resultaron acartonados y con contrastes poco habituales entre ellos: una mujer muy alta y un hombre muy pequeño, por ejemplo. 

Para los amantes de las pelis, la obra fue llevada al cine en 1991 por Simon Callow. Espero poder verla pronto.

Si bien me entretuvo, esperaba una historia más extensa y con profundidad en la vida de los habitantes de ese pueblo.

            Registré, de la misma autora, para leer El corazón es un cazador solitario por sus buenas críticas y por la sinopsis,  para leer algo más de la autora.

            Lo recomiendo porque te atrapa y se lee en una tarde con cierto gusto a nostalgia. Además, habla de amor de una manera muy original.

Existe un tipo de personas que tienen algo que las distingue de los mortales corrientes; son personas que poseen ese instinto que solamente suele darse en los niños muy pequeños, el instinto de establecer un contacto inmediato y vital entre ellos y el resto del mundo.