Hace
un tiempo estoy investigando sobre pueblos
fantasmas como documentación para una futura novela. Aprovecho la
aplicación de Street View (Google) para adentrarme en esos parajes
abandonados. La sensación siempre es la misma, la que me coloca de cara a la
caducidad, a la catástrofe, a la pervivencia de los muros y a los objetos entre
las siluetas evaporadas de los habitantes.
De
todas de las que he leído, la Isla de Hashima me impactó muchísimo por estar
toda la isla en estado de abandono total, un espacio construido por completo y hoy
ya vacío de vida. Apenas unas plantas sobre las grietas, algún indicio de
insectos. El entorno es precioso, rodeado por el océano cercano a la costa, pero
las maderas roídas y los objetos suspendidos entre las ruinas me produjeron
mucha tristeza. Es un sitio de desolación y desamparo.
¿Qué
sucedió para que una isla construida con tantos edificios para albergar una
población numerosa ahora reste como un coágulo de cemento?
La isla, que tiene forma de barco (Gunkanjima), se encuentra cerca de la
costa japonesa, a 19
kilómetros al suroeste de Nagasaki. Recordarán a esta
última ciudad por haber sido bombardeada con una bomba atómica por Estados
Unidos junto con Hiroshima.
Hashima albergó
a 5300 personas. Fue construida para hospedar
a los trabajadores y a sus familias, mineros que extraían carbón del fondo
marino. En 1916 se construyeron los
bloques de departamentos para albergar a las familias debido al éxito de la
empresa. Se construyeron en la isla espacios para que la población viva como en
una mini ciudad: templo, bar, escuela, gimnasio, comercios, etc. No era una
vida idílica sino que la dureza del trabajo impactaba en la calidad de vida,
sumando a ello las muertes frecuentes por las condiciones del trabajo tan
peligroso. Algunos, se arrojaban al mar, según cuentan, intentando escapar
hacia la costa de Japón. Imagino que vivir en ese estado de hacinamiento,
expuestos a enfermedades, a la desnutrición de las clases pobres, las familias
quebradas por la muerte de los trabajadores de las minas, ofrecería un
espectáculo triste. La capacidad de la isla era para un poco más de 3000 y
albergó casi el doble. Las condiciones
de vida serían muy precarias e insalubres.
Cuando se comenzó a usar petróleo, fue
decayendo la inversión en la mina de carbón y en el año 1974, en la zona del gimnasio, se informó a los habitantes del
cierre de la mina y, por lo tanto, del abandono
de la isla. Sin la fuente de producción, sin el sostén económico, las
familias migraron y solo quedaron los edificios sosteniendo la erosión y el
paso del tiempo. Parece que se fueron con apuro, no pudieron transportar todas
sus pertenencias que aún perviven: libros, tazas, ropa, los pósteres de Alain
Delon en la pared, decoraciones, sillas, máquinas de cocer, y muchísimos
objetos que los habitante dejaron atrás para comenzar en otro sitio.
La isla ha inspirado ha varios
artistas. Aparece en el manga Air Gear
y Get Backers.
Al
observar los departamentos, los objetos, recordé la serie de The Walking Dead y las novelas
post-apocalipticas. Además pensé en todos aquellos que hoy no tienen un techo
pero que en otros lugares del mundo, como Hashima, las paredes se caen de despobladas.
Creo que las fotos nos inspiran a esas historias
de cataclismos y de nostalgia por un pasado que solo deja un vacío de familias,
fotos de quienes hoy están muertos y edificios que se sostienen en pie gracias
al andamiaje de hierro.
¿Podría
inspirar a una novela post-apocalíptica? ¿Una distopía?
Ver documental de Thomas Nordanstad (2002) donde un hombre que nació allí vuelve a la isla y cuenta sus memorias. Muy emotivo.
Por
Keren Verna
Fuentes: Street View (Google) - Taringa -
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