Título: Búscame donde nacen los dragos
Autora: Emma Lira
Año: 2013
Editorial: Plaza & Janes editores
Páginas: 528
Marina acaba de separarse del hombre de su vida. Intentar superarlo en Madrid no es fácil, así que decide abandonar la ciudad y retirarse a un hotel rural en Tenerife. En la isla establece una relación especial con los dueños de la finca donde se hospeda, y son ellos quienes le muestran una calavera humana que apareció junto a otros restos guanches. Animada por su profesión de periodista, y sin tener ninguna otra cosa que hacer, Marina decide investigar quién fue la propietaria de ese cráneo. Mientras empieza a darle cuerpo a esa mujer que fue enterrada mediante un extraño ritual, desentrañando los misterios que la rodean, la búsqueda se va convirtiendo en una suerte de viaje iniciático, revelador, que cambiará su vida para siempre. Quería que la historia de Marina pudiera llegar a ser un poco la historia de cualquiera de nosotros. Todo el mundo sueña en algún momento con un lugar al que escapar. Todo el mundo sueña en alguna ocasión con comenzar de cero. Las aventuras, grandes o pequeñas, están al alcance de todos; sólo hay que aprender a reconocerlas y tener el valor de seguirlas cuando pasan a nuestro lado. Yo también estuve en el lugar que llamo Tamadaya. También tuve una calavera guanche entre mis manos, y también me hice preguntas... Y esta historia se escribió para darles respuesta.
Apareció en mi vida como sólo saben hacerlo las
casualidades. Un encadenamiento de decisiones aparentemente irrelevantes me
había llevado hasta un sitio determinado en un momento concreto: a una finca de
turismo rural idílica, asomada al Atlántico, y a un otoño prestado, disfrazado
de verano eterno, que confiaba en que caldeara el septiembre que dejaba en
Madrid y el frío repentino en mi corazón.
No había nada en la historia que me
partía en dos que la diferenciara de los miles de desamores que se cantaban en
melodías dulzonas, o que se exhibían diariamente en pantallas de cine y
portadas de revista. Salvo que ésta era mía. Eran míos el desengaño y un dolor
sordo y latente que ronroneaba arisco, acurrucado en un rincón del pecho. Hacía
apenas quince días, a la vuelta de unas vacaciones, diez años de risas
compartidas y de plurales habían saltado por los aires sin más detonante que la
constatación de que aquél no era el camino que deseábamos recorrer juntos.
Aunque aparentemente era una decisión tomada de forma conjunta, en un momento
que bifurcaba vidas y futuros había sido capaz de mirarme desde fuera y de
descubrir con más dolor del que habría sospechado que los ojos de Miguel me
evitaban huidizos, como si me cerraran poco a poco una puerta, dejándome
plantada ante el umbral de su corazón.
La novela Búscame donde nacen los dragos narra los días subsiguientes a la separación sentimental de Mariana
Garrido, una periodista madrileña. Ella se refugia en las Islas Canarias y allí conoce a
Ángel, un descendiente guanche quien le cuenta del hallazgo de unos restos
humanos provenientes de un asentamiento antiguo emplazado en su finca. A partir
de ese momento, toda la trama girará en torno a la búsqueda de la verdad, de
saber de quiénes eran esos restos, qué sucedió. La historia, a medida que se
sumerge en los acontecimientos del pasado, es un viaje de descubrimiento de la protagonista. La
narración está centrada desde su punto de vista e iremos adentrándonos en sus
vaivenes emocionales, en sus fascinaciones y en sus titubeos.
Me ha encantado porque me
recordó mis primeras emociones cuando comencé a estudiar antropología fascinada
por la historia de Pompeya y Herculano y soñaba, aventada por las imágenes de
Indiana Jones, con excavar y adentrarme en esa ciudad. Aún me acuerdo de La
casa del Fauno, estaba obsesionada con estar allí. A media que leía la novela, descubrí
parte de la historia de unas islas que siempre me han interesado, ya que según
dicen, mi bisabuela paterna nació en Canarias y luego emigró a Argentina.
Imagen: árbol de drago de unos 18 metros de altura y cientos de años
De fondo, se lee una crítica a la
expoliación del patrimonio, a la rapiña y a la destrucción de la memoria. Hace
años, en un museo de mi ciudad descansaba una momia guanche y que los
visitantes quienes miraban con cierto morbo. Siempre sentí pena y hasta me
imaginaba algún día muerta y acostada en una vitrina para ser observada por
cualquiera. Aún resta, a mi parecer, un poco de humanidad a la ciencia y evitar
que los antepasados sean expuestos o sacados de la tierra donde seguro habían
elegido estar.
El libro es ameno, interesante y nos empuja a seguir hasta el final
para adentrarnos en una historia que nos llega desde quinientos años atrás. La autora combina misterio, aventura y amor
para contar esta historia muy
entretenida e inolvidable. Me
dieron ganas de viajar y conocer a los dragos, el mar canario, las tiendas de
los berebere. No diré más para no contar algo importante de la trama.
Algunas fotos de uno de los sitios que menciona: Tenerife – Islas
Canarias - España.
LITERIGATOS
No se explaya mucho en describirlos sino que se los menciona. Dejo acá
las frases donde aparecen.
El mar
espejeaba en el horizonte, los gatos se enroscaban entre los aloes y Talía me
saludaba expectante, meneando alegremente la cola, como cada día.
Entre dos gatos encaramados a la mesa, los restos de
papas con mojo y tres vasos de un vino que aspiraba a la denominación de Abona.
CONCLUSIÓN
La novela es una historia muy completa que abarca desde el amor, la amistad hasta aventuras y misterio. Preciosa historia.
Por Keren Verna
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