Es posible acostumbrarse tanto a no comer, que
uno puede llegar a prescindir totalmente de la comida. La situación es mucho
peor para aquellos que luchan contra el hambre, ya que pensar demasiado en
comer sólo puede ocasionar problemas. Son los que están obsesionados, los que
se niegan a aceptar los hechos. Vagan por las calles al acecho a todas horas,
hurgando entre la basura por un bocado, corriendo enormes riesgos por la migaja
más insignificante. No importa cuánto puedan conseguir, nunca será suficiente;
comen sin llenarse nunca, abalanzándose sobre la comida con una urgencia
animal, escarbando con sus dedos huesudos y sin cerrar jamás las mandíbulas.
Casi todo lo que comen se escurre, baboso, hacia la barbilla, y aquello que
logran tragar, suelen vomitarlo pocos minutos después. Es una muerte lenta,
como si la comida fuera un fuego, una locura, abrasándolos desde el interior.
Piensan que comen para sobrevivir pero, en realidad, son ellos los que acaban
siendo devorados.
Fuente de la imagen: cmapspublics3
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!
Si el comentario incluye un spoiler, recomiendo que lo digan así quien no lo leyó no se entera de algo importante. Acepto críticas constructivas solo a mi mail. La exposición pública es violencia.
Besos!