Al encender la pira me había puesto uno de los trajes y estaba
totalmente mareado. Recuerdo que bailaba alrededor del fuego mientras cantaba
una canción que ahora no recuerdo. Me imaginaba a mí mismo bailando en la
discoteca con esas ropas femeninas y con la cara y el cuello totalmente
cubiertos de llagas. Mi intención era caer también en el fuego. Ser envuelto
por las llamas y desaparecer antes de que la lenta agonía fuera apoderándose de
mi cuerpo. Pero parece que el canto mitigó mis intentos suicidas. Cuanto más
cantaba, más recordaba nuevas melodías y era creciente la sensación de ir
entrando en los recuerdos que las canciones me sugerían. Así fue como la pira
poco a poco se fue apagando hasta que no quedó sino un humo leve emanando de
los restos achicharrados. Yo estaba echado de costado. Uno de los ruedos de mi
traje había sido alcanzado por el fuego y el raso que decoraba el vestido estaba
completamente chamuscado. De igual modo sentí el cabello y las pestañas. Pese a
todo continué echado, maravillándome con las leves volutas de humo. Las
canciones habían cesado. Además de la crepitación final del fuego, el único
ruido que se podía oír era el de los gemidos que reinaban en el salón
principal.
(Salón de belleza de Mario Bellatin)
Fuente de la imagen: Sebastian Klamt en Photonet
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