Buscando
novelas que traten sobre política partidaria, llegué a Las maldiciones de Claudia
Piñeiro. La elegí porque está ambientada en mi país y en una época
contemporánea.
La novela trata sobre el poder que construye Rovira, un político que
intenta llegar a la presidencia impulsado
su partido, Pragma.
Alguien puede llegar a la política por muchos motivos. Unos más legítimos, otros menos. También por error, por desidia, por no saber decir que no. Por estar en el lugar preciso, en el momento preciso. O en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Porque de algo hay que vivir, y ése sí que era para mí un motivo legítimo en aquel entonces, cinco años atrás: los pocos pesos con los que había llegado a Buenos Aires no iban a alcanzarme más que para vivir, con lo justo, a lo sumo un par de meses.
El lema de
Pragma demuestra lo cliché que son los slogans de los partidos: «Lo importante
es el hacer, para hacer un país mejor». Este énfasis en el hacer resume la
visión contemporánea de la acción, el hacer, la agencia. Justo hace poco estuve
leyendo sobre el filósofo coreano que continúa la obra de Foucault y Deleuze,
Han Byung Chul. Este filósofo habla del culto al poder hacer típico de la
sociedad de rendimiento, acorde al capitalismo y a la explotación del
individuo, no ya como una norma foránea (sociedad disciplinaria) sino incluida
en nosotros mismos (sociedad de control). Es decir, creemos que debemos hacer,
rendir, para sentirnos exitosos y felices. Somos felices cuando hacemos. «Ayer
fue un día productivo. Hice mandados, visité a amigas, saqué la alfombra, leí
una novela, cambié las sábanas, me tomé un café con una amiga...». Nos han
implantado esta sensación de libertad que no es más que dominio. Entonces,
debemos ser felices. Esta es la razón de la depresión, de los suicidios.
Recomiendo un video.
Volviendo a
la novela, Fernando contrata a Román Sabaté para que lo acompañe, una especie
de secretario y chico de los mandados, supongo que tan común en un partido
político eso de ser pollo de alguien para que luego te acomode. Pero Román de
política no entiende ni le interesa mucho. Acepta por el trabajo. Lo que cree
Fernando es que todos son como él: que por poder hacen lo que sea.
El título
alude a un aspecto central en la novela: las maldiciones en la política y los
videntes de los políticos. Se nota su lectura de antropología ya que la autora
la enlaza con creencias de otros grupos.
Cada hombre, cada mujer, carga con su propia maldición. Hay quienes dedican toda su vida a desbaratarla, a vencerla; son los que se creen capaces de burlarse de ella, poderosos, y así pelean del primer día al último en una batalla absurda, desigual, inútil. Por otro lado están aquellos que no luchan contra su maldición sino que conviven con ella, los que aprenden a llevarla de paseo, como una mochila, intentando que pese lo menos posible; la observan de reojo, la controlan sin combatirla, saben que está ahí, de principio a fin, y aunque se preocupan por que no se ensañe con ellos, le prestan la mínima atención. Pero hay una tercera categoría, la privilegiada, la que integran los que ni siquiera son conscientes de que esa maldición existe. Román Sabaté es uno de esos privilegiados.
No solo se
queda con las maldiciones locales o políticas, sino que examina otras como la
del presidente harrison en 1841, Estados Unidos, Kennedy y demás políticos que
murieron de manera trágica o misteriosa. Expone las maldiciones de los
diamantes, incluso. Este recorrido me resultó interesante.
Esta lectura
me permitió recordar algunos pasajes de
la historia de mi país. Recuerdo que mirábamos con mi familia cómo el
presidente Alfonsín pasaba el mando a Menem. O el discurso de Alfonsín en la
rural. Recordé, además, cuando nos enteramos del atentado a la Amia. Uno de los
personajes de la novela, un militante de la UCR, todo el tiempo vive en el pasado,
citando a Alfonsín y permitiendo construir dos tipos de hacer política: la
anterior y la actual. Se lee esta ambivalencia en varios pasajes de la novela.
Me gustó su escritura. Otro aspecto interesante es la alternancia entre
una primera persona y una tercera. Incluso, incorpora fragmentos de un libro
que escribe la China, otro de los personajes, una movilera de un canal local.
Esta manera de intercalar permite que no te aburras y que te enganche, y es una
manera de cruzar la ficción con el ensayo.
Sobre los
aspectos que no me convencieron, en ciertos pasajes sentí que se perdía la
verosimilitud. Al ser argentina, conozco las distancias. Narra un viaje de San
Nicolás como si estuviera a miles de kilómetros, pero se llega a La Plata en
unas cuatro horas, como mínimo. En otras escenas también sentí que perdía la
verosimilitud pasando de una novela sobre el drama en torno a un partido a otra
cosa, que no quiero adelantar por el spoiler.
TRAS LOS
PASOS DE SABATÉ
Me gustó que
se mencionara sobre mi ciudad y sus misterios. La ciudad de La Plata fue
diseñada y luego construída. Su diseño y su idea ganó muchos premios, por eso
uno encuentra plazas cada seis cuadras, más o menos. Está cortada por
diagonales, avenidas con muchos árboles y monumentos. Con la superpoblación
actual, la ciudad está colapsada. Colas interminables, transportes repletos.
Ser la capital de una de las provincias más importantes tiene su precio.
Además, están las facultades que atraen a mucha más gente. No obstante, el
diseño central persiste rodeado de trazados con cierto grado de caos, típico de
los asentamientos a partir del crecimiento de la población.
La Plata es
sede, además, del gobernador de la provincia, así que suele ser común ver
manifestaciones o enterarse de viejos misterios en torno a los políticos. En la
novela se cuenta la maldición de Alsina; según esta maldición, aquel que
gobierne la provincia no llegará a ser presidente. También se habla sobre la
inauguración, la piedra fundamental ubicada en Plaza Moreno.
Estatua de Plaza Moreno, La Plata, Argentina (editada de Google Maps) |
También se
mencionan otros sitios como Retiro, el Hipódromo de San Isidro. Algunas
esquinas porteñas como Avenida Libertador y Austria. Me dieron ganas de visitar
la Ciudad Autónoma.
Avenida de Libertador y Austria (Editada desde Google Maps) |
Entrada del Hipódromo de San Isidro (Editada desde Google Maps) |
CONCLUSIÓN
Las maldiciones es una novela para meterse en el poder y los partidos políticos, las manipulaciones de los medios de comunicación y forma en cómo se arman las figuras públicas. Además, es interesante la forma en que entrelaza acontecimientos históricos, creencias con la ficción.
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