CUANDO LOS ARTISTAS SE PELEAN TIRÁNDOSE PALABRAS
La novela Los lanzallamas de R. Arlt es la
continuación de Los siete locos. En esta segunda parte, los personajes
continúan con las mismas ideas de conseguir un cambio social, a través de una
revolución y la aparición de una nueva humanidad, liderados por el Astrólogo,
un líder más que carismático.
La edición que leí arranca con un prólogo del autor
donde responde a las críticas sobre su escritura.
Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exigía soledad y recogimiento. Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana. Digo esto para estimular a los principiantes en la vocación, a quienes siempre les interesa el procedimiento técnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.
Estos dichos se entienden colocándolos en la
disputa entre dos bandos con diferentes posturas sobre la creación artística.
Estamos hablando que Arlt escribió Los lanzallamas en 1929. La disputa cobró
auge del ‘20 al ‘30. No obstante, toda simplificación en dos bandos no deja de
ser un reduccionismo, ya que los límites suelen ser móviles.
Los de Florida aventaban la vanguardia y
experimentar con el arte. Editaron una revista llamada Martín Fierro con sede
en la calle de Florida y Tucumán. Pero se solían reunir el café Tortoni y en la
confitería Richmond (calle Florida entre Lavalle y Corrientes), esta última
fundada en 1917 y que cerró en el 2011. Hoy día se puede ver el edificio
precioso, pero convertido en local deportivo. Ahí solían organizar reuniones
literarias Borges, Nalé Roxlo, entre otros. También solían reunirse en otras
zonas del centro de Buenos Aires. (¡Qué lindo sería ir y recorrer esos
lugares!)
Edificio actual donde estaba la confitería Richmond (editada desde Google Maps) |
Los de Boedo, más cerca de las minorías, buscaban
incorporar a las clases populares, sus luchas y problemas, en las obras
artísticas, enfocándose en contenidos sociales y políticos, porque eran
trabajadores que sobrevivían en conventillos y pensiones. Poseían afiliaciones
políticas de izquierda y anarquistas, sobre todo. Incorporaron en sus obras el
habla de la gente como el lunfardo. Se congregaban en torno de la editorial
Claridad ubicada en Boedo 837. Solían
reunirse en un club de fútbol, en la periferia de la ciudad de Buenos Aires,
así como en el café El Japonés, cerca de la editorial Claridad. A este grupo
pertenecía Arlt.
Arlt en Buenos Aires de 1935 |
En Los lanzallamas como en Los siete locos se
retrata a las clases pobres y trabajadoras enfrentadas a una ciudad que crece.
Los diálogos están impregnados del habla de los trabajadores, de los
marginados, con lunfardo y cierta alteración de las palabras que los de Florida
señalaban como “errores” o “hablar mal”. Por lo tanto, Artl escribía mal para
algunos. Hoy día ya forma parte del sentido común de los escritores que el
personaje debe hablar siendo fiel a su procedencia y según el contexto
sociohistórico.
A medida que leía, recordé muchos tangos u otras
canciones típicas de mi país como Balada para un loco, sobre un hombre,
marginal, que vive en las calles de Buenos Aires.
Como de fondo, está la ciudad que cobra densidad
metálica y ahoga a las personas. Una ciudad decrépita en tanto se expande. No
hay admiración por las proezas humanas.
Es única vereda de sol de una ciudad negra y distante, con graneros cilíndricos de cemento armado, vitrinas de cristales gruesos, y, aunque quiere detenerse, no puede. Se desmorona vertiginosamente hacia una supercivilización espantosa: ciudades tremendas en cuyas terrazas cae el polvo de las estrellas, y en cuyos subsuelos triples redes de ferrocarriles subterráneos superpuestos arrastran una humanidad pálida hacia un infinito progreso de mecanismos
Tanto Erdosain como Haffner desean escapar, sueñan
con irse lejos, casi un retorno a la naturaleza. Toda la obra está atravesada
por el ser humano que se aísla en la ciudad en oposición a la naturaleza que se
presenta como sanadora y pura. El ser humano es visto como destructor y con una
nostalgia que lo lleva a una vida de rutina y soledad.
Ella es absolutamente pura, químicamente pura. No la ha contaminado la porquería del mundo.
Lo que me llamó la atención es la actualidad de la
temática y del sentimiento del vacío y abulia que sienten los personajes.
Cada uno de los capítulos se centra en uno de sus
personajes. De esta manera podemos enterarnos qué piensa cada uno del otro. Según
Haffner, Erdosain es un intelectual que no leyó nada, por ejemplo. Y además, en
cada capítulo, cada personaje muestra sus pensamientos y podemos entender cómo
se ven a sí mismos: “Yo soy un hombre lógico, positivo. Plata en mano y culo en
tierra”, dice Haffner. “¿Estoy en un planeta que me corresponde o he venido a
la Tierra por equivocación?”, dice Remo. Podremos meternos en la cabeza de cada
uno de ellos y, sin intermediarios, escucharlos pensar sobre aquello que no se
dice, todo ese universo privado, en este caso, los pensamientos de la
destrucción, el sentimiento de ser un excluido.
Y quien narra es alguien que sigue o que sabe sobre
los actos de los personajes, suceso que conoceremos mejor al final. Esta es la
parte que menos me convenció ya que no terminé de enganchar de qué manera quien
escucha a un personaje termina sabiendo sobre el universo interior y secreto de
los demás. Salvo que quien escucha esté inventando.
Recomiendo leer las dos novelas sin dejar mucho tiempo entre una y otra.
A pesar de haber sido escrita hace unos noventa
años atrás, es actual y resume a los marginados y perdidos de esta sociedad,
arrastrados por el aburrimiento, por una sociedad que no terminan de sentir
propia. Tiene frases increíbles y momentos de gran reflexión. Opera como
crítica a una sociedad que cree en su propio progreso, por un lado, pero
rechaza, por el otro. Una ciudad concebida como un monstruo, como si no fuera producto humano.
Y buscá un lápiz porque hay tantas frases geniales
que, si sos como yo que le gusta coleccionar citas de novelas, marcarás unas
cuantas. Comparto una que voy a imprimir para pegar en mi pared.
Besos y buenas lecturas!
Aunque la forma en que hablas de ellos dan ganas de probarlos, no me terminan de apetecer. Creo que es un tipo de lectura que, al menos ahora mismo, no sería capaz de disfrutar. No obstante, me alegra que los hayas disfrutado.
ResponderEliminarGracias por la reseña.
Besos.
Hola
Eliminarla verdad que es una lectura para cuando uno está fuerte y con deseos de leer algo que te mueva. Me suelen gustar mucho este tipo de lecturas que te hacen pensar.
Besos y buenas lecturas!