Los
humanos están solos. A pesar de la lluvia, a pesar de los animales, y de los
ríos y de los árboles y del cielo, a pesar del fuego. Los humanos se quedan en
el umbral. Han recibido el don de la verticalidad y, sin embargo, se pasan la
vida encorvados por un peso invisible. Algo los aplasta. Llueve: y se ponen a
correr. Esperan la llegada de los dioses, pero no ven los ojos de las bestias
que los miran. No oyen cómo los escucha nuestro silencio. Encerrados en su
razón, la mayoría no conseguirá nunca franquear la sinrazón, o lo hará al
precio de una iluminación que los dejará locos y exangües. Lo que tienen entre
manos los absorbe y, cuando las manos están vacías, se las llevan a la cara y
lloran. Los humanos son así.
Ánima de Wajdi
Mouawad
Imagen de Freepik y editada por mí
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