Tenía muchas ganas de volver a
leer a Amélie Nothomb. Mi lectura
anterior fue Biografía del hambre. Y
esta vez pude ponerme con un libro que llegó no hace tanto a mi país: El
crimen del conde Neville. Además fue elegida en el club de lectura en
el que participo. En esta historia, la autora cuenta, a partir de unas reuniones
sociales entre la elite, cómo es la vida y la hipocresía en la clase social
alta.
Lo primero que me llamó la
atención fue la brevedad de la novela, ya que si sacamos la letra grande y los
márgenes descomunales, creo que tendrá unas setenta páginas. Pero es el estilo
de la autora usar las palabras justas. En este caso, no sé si esta obra podría
llamarse novela porque me resultó más como un cuento largo. ¿Marketing?
¿Necesidad de publicar mucho en poco tiempo? ¿Estilo? No es la primera vez que
me cruzo con cuentos promocionados como novelas o que leo críticas literarias
que apuntan a lo mismo.
Dejando de lado estas cuestiones
técnicas, la novela es entretenida y
posee pasajes que me gustaron por la ironía
y la manera de esbozar críticas sociales
sin caer en clichés.
La obra es un “homenaje” a El cuento de lord Arthur Saville de
Oscar Wilde. Lo digo con comillas ya que algunos creen que es demasiada
inspiración. También pueden leerse en el nombre de los hijos del conde
alusiones a dramas griegos: Orestes, Electra, etc.
Sobre su estilo de escritura la
autora dijo: “Mi escritura es muy instintiva, pero a la vez es muy cerebral.
Hago autobiografía ficticia”. (1) En este sentido, ella conoce el mundo del que
habla en la ficción porque su padre es diplomático.
Imagen de GettyImages |
El conde Neville pertenece a la clase social
alta y aristocrática de Bélgica. Vive en un castillo. De niño aprendió el arte de las apariencias junto a su familia: delgados y muy a la moda, pero
muertos de hambre por la pobreza, costumbre que mantuvieron toda su vida. Cada
tanto, él celebra unas tertulias
conocidas como Garden Party,
muestrario para demostrar el estatus social, un despliegue de plumas, un ritual que demarca los posicionamientos
sociales. Estas fiestas son muy formales y se celebran al atardecer, en los
jardines privados. Suelen celebrarse entre la realeza y parece ser típica en
Europa. Por ejemplo, la reina de Inglaterra invita a treinta mil comensales en
los palacios de Buckingham (Inglaterra) o de Holyroodhouse (Escocia), se sirve
té y sándwiches o confituras.
Calculo que estas celebraciones en
tanto sirven para mantenerse en la cumbre de la sociedad, también sirven para
caer, ya que si se da un mal paso, se dice una palabra fuera de lugar, se lleva
un vestido que no esté a la onda, así como suben, deben de bajar.
La vida
de la familia del conde es una vida fingida, un artificio, como un espejo falso
que muestra una imagen que no es. ¿Es posible que los demás crean que perteneces
a una clase que no es la tuya? Les propongo un juego. Miren esta cuenta de
Instagram y digan si el señor es millonario o no: Clic al perfil.
.
.
.
¿Es millonario o no? ¿Tiene dinero o no? La
respuesta está debajo.
Boris Kudryashov es un jubilado que
se dejo llevar por la idea de un consultor de marketing. Publicaron fotos del
señor en situaciones que se identifican con un estilo de vida de la clase
social alta (autos de lujo, comidas, mujeres, viajes, divertimento). Y la gente
sacó sus conclusiones: el hombre es un millonario. Como resultado, le llovieron
seguidores, propuestas de mujeres, propuestas de modelar o publicitar
productos. Ha dicho: "Todavía me sorprende cómo gastando apenas US$ 800 en
dos meses puedes hacer que decenas de miles de personas adultas crean en una
persona que no existe". Parece que quiso demostrar que se puede ser una
celebridad con tan solo unos pocos dólares. ¿Cómo? Aparentar lo que no se es hasta que los demás lo crean.
Imagen de Manuel Gómez Burns |
Volviendo a la novela, la historia comienza con el conde
acercándose a una vidente, madame Portenduère, que encontró a la hija del conde en el bosque. La vidente le dice al conde que matará a alguien en una de sus fiestas.
A partir de ese instante, suceden una serie de hechos que apuntan a lo mismo:
la incertidumbre. No puedo decir más sin caer en un terrible spoiler.
El despliegue de esas fiestas
permite a la autora mostrar la frivolidad
y banalidad de la antigua nobleza, ya decadente,
ya anacrónica.
Soy el último representante de una cortesía anticuada, de un exquisito arte de estar juntos. Después de mí, solo quedará frivolidad.
CONCLUSIÓN
El crimen del conde Neville es una novela
entretenida, con ciertos toques de
humor e ironía sobre la vida contemporánea de las aristocracias que se desesperan por sostener las apariencias y el
estilo de vida de tiempos pasados. Un libro corto, demasiado corto, que
deja afuera aspectos que se podrían haber ahondado. No entiendo la prisa por
publicar una historia que, para mi gusto, demandaba más páginas.
La obra también gira en torno al destino y a la predestinación. ¿Podrá la aristocracia evitar la
caducidad? ¿Podrá alguien escapar de una profecía?
Besos y buenas lecturas!
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