El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale) de Margaret Atwood ha vuelto a ponerse de
moda luego de la reedición de Salamadra de este año. Fue llevada al cine en
1987, adaptada para el teatro y hace poco, en una serie. El tema, luego de unos
veinte años de su primera publicación, aún está vigente: el rol de la mujer, su posición en la sociedad, las relaciones humanas
construidas mediante la despersonalización de los sujetos y el dominio político
a través del miedo.
¿Qué tan cerca estamos de convertirnos en la criada de
esta novela? ¿Y si ya nos hemos convertido y no lo percibimos?
En el territorio del actual Estados Unidos se instala una sociedad
totalitaria: República de Gilead. En
ella, las criadas, las tías, las marthas, forman parte de un sistema jerarquizado de trabajadoras y
esclavas femeninas. Algunas, se dedican a la limpieza y al cuidado de
hogares que no les pertenecen; otras, ofrecen su cuerpo para engendrar niños.
Poco sabemos del afuera, ya que se han rodeado de un muro. Hacía adentro, los guardias
controlan a cada uno de los individuos quienes saben por qué sitios transitar y
en qué espacio asignado deben permanecer. Este control está representado por un
ojo blanco y alado, símil al ojo del Gran Hermano y a esa mirada del panóptico
que todo lo abarca, ese centro que siempre observa hacia los márgenes. Este
control es posible gracias a la fusión entre un tipo de gobierno totalitario
legitimado por la religión.
Según la autora, esta novela es:
“Un relato imaginario de lo que sucede cuando ciertos, no infrecuentes,
pronunciamientos sobre las mujeres se llevan a sus conclusiones lógicas”.
La protagonista, Defred, es una criada que permanece en un
hogar para ofrecer su cuerpo para la gestación. Ella recuerda un pasado, aparentemente
la República
de Gilead apenas cuenta con unos años desde su fundación, luego de una guerra
contra el Islam, una guerra religiosa mencionada como guerra de las sectas.
Soy una refugiada del pasado y, como otros refugiados, repaso las costumbres y hábitos que abandoné o que me obligaron a abandonar, y todo esto parece muy pintoresco.
Como
algunas mujeres se han vuelto estériles producto de la contaminación y la
guerra; las fértiles, se esclavizan. Tan solo quienes poseen poder, detentan el
privilegio de aportar genes a la próxima generación. Sí, aunque suena mal,
constituye una especie de selección artificial, no de los más aptos, sino de
los más poderosos.
No podemos entender a la mujer
aislada de la relación de los otros géneros. En este caso, del varón. Así como
la mujer es esclavizada, algunos varones son excluidos del contacto con las mujeres
convertidas en bienes suntuarios. El varón también domina al varón, al menos
poderoso, a los varones marginales tanto por cuestiones económicas, de poder
como de pensamiento.
Imposible no pensar en el alquiler actual de vientres
y la conversión de un ser humano en una mercancía. ¿Cuánto cobran las mujeres
que alquilan su útero para gestar un ser humano? ¿Acaso el precio no
corresponde a esa niño? ¿No constituye una venta encubierta de una persona?
¿Por qué se llama “libertad” al acto de alquilar un vientre cuando al bebé
vendido se le impone un precio sin que pueda decidir? ¿Acaso la elección de una
persona puede valorarse por fuera de las relaciones sociales que fomenta? ¿Es
correcto que la “libertad de alguien (“Mi cuerpo, mi territorio”) se convierta
en la cárcel o en la tumba de otro ser humano?
El
objetivo puede ser sublime (“tener un hijo”), pero el medio no lo justifica,
según mi punto de vista. Y por medio digo desde vender un niño, alquilar un
vientre, raptar un bebé. Los fines y los medios deben medirse en el mismo acto,
con la misma vara, sino creo que somos tan injustos como aquello que
denunciamos.
Volviendo a la novela. Me ha dejado muchos cabos sueltos lo
que hizo que hacia el final se me juntaran tantas dudas que no cerraron, o al
menos, no las pude ver, como el caso de esos turistas que ingresan a Gilead y
que me pareció inverosímil.
El final,
para mi gusto, fue otro gran cabo suelto. Sentí que la obra pedía más, una
segunda parte para cerrar todo eso que no se dijo, pero la autora terminó de
una manera bastante abrupta. No obstante, comentando con una amiga, a ella el
final le encantó.
CONCLUSIÓN
Recomiendo la obra para pensar en lo que podemos llegar a
convertirnos y por la escritura preciosa de la autora.
La historia aún es actual por el
auge de las guerras de cariz “sagrado” contra el islamismo y Oriente, ese
enemigo construido para legitimar las invasiones, con igual gesto que años
atrás fueron los “judíos” o los “ingleses” en mi país. El odio que nos inyectan
nos convierte en granadas.
Holaaa
ResponderEliminarDescubrí el otro día este libro y creo que puede ser muy interesante, ya lo tengo apuntado en mi lista de pendientes y espero leerlo pronto
Un besazo muy grande y gracias por tu reseña ^^
Hola! Espero te guste como a mi. Besos!
EliminarHola!!!
ResponderEliminarJusto estoy leyendo este libro. Me gusto tu reseña.
Saludos
Hola, gracias y espero estés disfrutando de la lectura. Besos!
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarTengo muchas ganas de leer este libro, hace poco leí una reseña y lo apunte inmediatamente en mi lista de pendientes porque parece un libro muy interesante, aún así me gusta leer diversas opiniones antes de aventurarme en la lectura.
Gracias por la reseña, nos leemos :).
HOla! Espero te animes ya que fue escrito hace tanto pero aún está vigente y uno puede pensar en su propia situación en la sociedad actual. Besos y de nada :)
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