Carta a Papá Noel, Santa para los amigos extranjeros:
Me acabo de enterar de la gran mentira. Al final eras un
gnomo y no un santo. Antes se me cayeron: Baltasar, Melchor y dos de los camellos.
La cabeza me va a estallar con este aluvión de estrellas fugaces. Todo comenzó
con la caída de la estrella de Belén que no era estrella sino un cometa. Tiré
la estrella de plástico que ponía en la punta del pino y ahora me quedó el
vacío ahí apuntando a la mentira.
Hoy pienso en esto: en la
aberración de una propaganda de gaseosa que tuvo el poder de inventar una
mitología; en esta impresionante forma de consumirnos hasta el intestino reside
el poder de la celebración de la navidad. ¿Cuántas otras mitologías que nos
fumamos resultan ser una nadería mentirosa? Es patético y triste pensar que es
una fiesta que fue sagrada, hoy ha sido
capturada por el consumo, el contraste de un dios que nació pobre y que nace
ahora en medio de cohetes y de vino tinto. Papá Noel, ¿vos no habrás matado a Cristo? Vos
de “santa” no tenés ni un puto pelo.
Te diría “felices fiestas" pero
es tan ridículo como decir "que te garúe finito". No todos tienen
unas felices fiestas. No todos tienen la
posibilidad de ser hipócritas. Hoy, en unas horas, serán todos hermanos,
queridos, emocionables, acuosos, tiernos, petardísticos, golosos, respetuosos,
caritativos. Solo por hoy, la fiesta que nos trastoca en lo que deberíamos ser
siempre. Entonces la navidad sirve para demostrarnos que no somos porque no
queremos. Pero al menos la navidad tiene esa cosa de acercar a los enemigos entre
el turrón y un montón de pelotas de plástico.
Navidad es como en la
Cenicienta : todo comienza con las doce campanadas. Al fin y al cabo
vos también sos un cuento.
Hoy debería ser declarado el día oficial de la mortandad de los pinos.
Por suerte en mi país comprar un pino recién talado es caro por eso uno compra
pinos de plástico, que también son caros pero duran por años aún en su forma
desarmable de dos ramas peladas de alambre. No hay nada más horrible que un
pino al que se le cuelgan pelotas de plástico multicolores, se le cuelgan tiras
metalizadas, se le tira telgopor en pelotitas y se le tienden luces titilantes
y de colores estridentes, por no mencionar las luces que son una celebración de
la redundancia y claman un villancico al estilo de los espantosos archivos de
sonido midi. No debe de haber nada más kitch que un árbol de navidad con un
papá noel de cartulina. Pero es en Norteamérica, dios salve a mi país que no
hemos llegado a eso, donde talan bosques de pino para que una familia pueda
tener su árbol de navidad agonizando en el living, un olor a resinas frescas que algunos adoran pero que a los pinos le
huele a sangre. Todo es cuestión de perspectivas. Para los humanos es un día
esperado durante un año para la celebración y para los árboles es el día de la
masacre. Ni hablar de los corderitos, los cerdos, las vacas, los pollos, los
conejos, las liebres, las perdices, las ranas, los pavos y todas las especies
que hoy serán masacradas en honor a un dios compasivo pero solo para con los
humanos.
No se puede no festejar.
"Feliz navidad" en el supermercado, "feliz navidad" en un
mail de gente que no vimos en un año, "feliz navidad" en las
propagandas de calzones, "feliz navidad" en la sopa instantánea que
ahora viene verde y roja, "feliz navidad" escrito en un baño público.
Si no te sumás, sos una especie de anarquista de la alegría. Tu familia no
entiende que vos querés celebrar en la pobreza de un ayuno para agradecer a un
profeta lejano que tuvo la dignidad de nacer a pesar de todo y que desearías
que vuelva a nacer para eso de la segunda venida, para que todo se vaya al
carajo y no tener que celebrar la navidad nunca más en tu vida. Por favor,
Cristo, te lo pido, volvé y aniquilá a todos estos que nos dominan para el
culo, total, ya te has enojado con nosotros y nos has reventando varias veces
hasta con un diluvio. Volvé de una vez que algunos estamos cansados de esperar
el evento más importante de este planeta: el día que explote como un cohete
navideño.
Cuando no se tiene familia, no
hay feliz navidad. Navidad sin familia
es como el día de San Valentín sin novio. Triste. Triste. ¿Cómo pasarán hoy
la navidad quienes viven en la calle? Uno no se puede preguntar eso, ni decirlo
en medio de la comilona navideña porque te miran con una cara como para
fusilarte. "No nos cagues las navidades", me dijo la nona cuando yo
tenía como unos seis años. Claro, porque la navidad no la caga el tío que se
puso en pedo y se vistió de mujer y fingió violarse a la abuela en una parodia
lésbica. La navidad la caga una sentencia que se aproxima a la verdad de todos
los excluidos. Entonces, navidad es para no pensar, para anestesiarse. A los
niños se les enseña bien con regalos así de adultos continúan con la tradición
de aniquilarse por unos objetos.
Papá Noel, como no existís aún no
sé para qué carajos estoy escribiéndote una carta. Entonces, que sea una carta
de despedida. Ya te arrojo con el cuco que no era ni monstruo, con la santa que
no eran tan santa, con la democracia que
resultó ser un totalitarismo, con la caperucita que jamás fue roja, con la
inflación que terminó siendo una mentira numeraria. Para comerme un cuento,
mejor “celebro” la navidad leyendo y fantaseando con la saga de “Cincuenta sombras de Gray”, que
también es triste, triste cuando el final y no tenés ni un novio para revivir
las escenas más espectaculares.
Te despido, adiós y cuidado con
el cometa, no sea cosa que se lleve puesto a Rudolf. Te lo digo porque en el
cielo no hay semáforos.
Keren Verna
Imágenes de: la10maesfera /
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