domingo, febrero 23, 2020

Lulu de Cartarescu



Es el segundo libro que leo de CARTARESCU y me resta la misma sensación, la de haberme metido en un mundo de ficción que es mundo de sueños, una ficción de una ficción, de manera que el ejercicio es discernir si la ficción que elabora el personaje es sueño o realidad, o las dos cosas.
Lulu fue publicada en el año 1994 bajo el título de «Travesti». Luego fue traducida al francés como «Lulu» recibiendo el mismo título al traducirse al español. Me parece más acertado este título porque revela menos y coloca el énfasis no en la calidad de travesti sino en el nombre, lo cual otorga más misterio a ser revelado.
            Lulu de Cartarescu trata sobre un escritor de treinta y cuatro años que ingresa a un hospicio en Bucarest porque tiene una crisis, una crisis «con Lulu». Luego, viene un período de olvido, de superación de Lulu, para después recaer en su neurosis, como se él expresa sobre su condición.

La soledad lleva en su seno la semilla de la locura, incluso aunque hayas vivido toda la vida así, incluso aunque te hayas adaptado a la soledad y a la frustración.

            En tanto está internado, Víctor se decide llegar al fondo de su memoria, de ir a las raíces para quitar el parásito que le carcome la existencia convirtiéndolo en un ente con un pie en su pasado y otro, en su presente. Utiliza la escritura. Escribir se vuelve un mecanismo de cura, una manera de ordenar la memoria, de catarsis. Y es así que su trauma lo lleva hacia un campamento de verano cuando él tenía diecisiete años. Se ve a sí mismo, se habla a sí mismo, desdoblándose para poder tomar distancia. Se mira al espejo y se habla. «Solo saldría para visitarte a ti, Víctor, en esa habitación idéntica en la profundidad del espejo.». Y se ve triste, aferrado a los versos de Rilke, repitiendo versos como oraciones que alejan los demonios que son los otros adolescentes horribles, extraños, libertinos y grotescos. Lo grotesco y lo hórrido invade la realidad y lo sumerge en una especie de sueño, un viaje onírico hacia su inconsciente, para llegar al secreto que él guarda pero que olvidó.
            Así como el personaje de Kafka que se transforma en monstruo, así, en sentido opuesto, Víctor debe transformarse desde el monstruo para encontrar lo humano. También me recordó a Borges y a Cortázar, a los bestiarios y a los ritos de iniciación de pueblos originarios a través del uso de alucinógenos, los estados alterados de conciencia.
            El estilo del autor está cargado de monstruos, de comparaciones y enumeraciones prolongadas que no te dan respiro. Escribe de manera genial, según mi punto de vista.
           
Veo como el ocaso interpone sus filtros fotográficos entre las ramas nevadas del pino que respira junto a la ventana…

Encontré semejanzas con La metamorfosis y El castillo de Kafka. Sobre esta segunda obra, la lucha del protagonista por acercarse a eso que se escapa y se aleja y,  cuanto más lucha, más se hunde. Además una alusión explícita a Alicia en el país de las maravillas («What’s a nice kid like you / Doing in a place like this»).
            Anteriormente leí Solenoide y encontré varios puntos de similitud entre las dos obras.
El cuerpo es un resto, el cuerpo analizado por la medicina, el cuerpo caduco y que se escapa del control del mismo sujeto.
El mundo onírico que rompe en la realidad del personaje que vive en el límite entre un mundo y otro.
Los edificios parecen vivos, seres antiguos que muestran una parafernalia pétrea y poderosa a través de sus estatuas, sus cúpulas, sus techos altos, sus gárgolas y fuentes. Edificios vacíos, sede de un poder que sobrevive al individuo. La ciudad también está viva. Se mueve y arrastra a sus habitantes. Estos edificios que representan las instituciones de poder son enormes, cuestión que deja al individuo, por contraste, en una situación de pequeñez. Recordé el caso de las construcciones egipcias, donde tenías que agacharte para entrar en túneles pequeños para demostrar humildad. Aquí, al contrario, es el edificio descomunal el que te señala tu insignificancia ante el poder.

Tal vez la noche anterior, aquella casona rosa, simétrica y primorosa, con sus estatuas y sus cúpulas, con una gran escalinata doble en la fachada principal, pero todo ello tan viejo y pútrido que debía de ser ligero como un gas alucinógeno, se había desprendido de sus cimientos en una callejuela de Bucarest, se había elevado, grandiosa como un fabuloso dirigible de papel, había flotado sobre los bosques umbríos y los ríos brillantes —con los tubos de las cañerías y los cables eléctricos revoloteando por debajo como los filamentos de una medusa—, y se había instalado, finalmente, en medio de aquel parque devastado, donde brillaban ahora sus ventanas, amarillas como la llama del sodio. La plazoleta que debía de encontrarse delante del edificio había venido tras ella, pero aquí se había metamorfoseado en un estanque ovalado, con una estatua de bronce ennegrecido en el centro y con (iba a contemplarlos todas las tardes) unos peces grandes y pesados, del color verdoso del lodo del fondo del agua.

El rol de la madre y los traumas en la niñez.
El protagonista un marginado que se automargina.


Como aspecto negativo, es una opinión personal, algunos pasajes se me volvieron un poco repetitivos. Entendí la necesidad de reforzar la idea de obsesión, pero igual me resultó redundante.




Seguiré leyendo a Cartarescu porque sus textos tiene mucho de magia, de desafío, de misterio. Esta novela es un ejemplo como un tema simple, una persona que debe descubrir un trauma enterrado, puede convertirse en una gran historia porque está bien contada.

6 comentarios:

  1. ¡Hola! No he leído nada de Cartarescu pero la verdad es que tiene buena pinta y podría gustarme. Me interesa el mundo de ficción que dices que hay en la novela. ¡Un beso!

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    1. Hola, yo me hice fan de este autor. Espero te guste como a mí. Saludos!

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  2. Me gusta muchísimo este autor. Me ha encantado tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece (es Relatos y Más, es que aparecen dos en el perfil).
    Un abrazo.

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    1. Hola, gracias por quedarte. Ya me paso por el tuyo. Saludos

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  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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