Foto de Hoshino Ai |
Las personas que, por razón del cargo, están
diariamente cerca de los sufrimientos ajenos, acaban siendo tan insensibles,
que, aun queriendo, no pueden tratar a sus clientes nada más que de una manera
formalista. Así, inconscientemente, se vuelven crueles, como el carnicero,
habituado a matar reses, no se percata de la sangre que derrama. En estas
condiciones, condenar a un inocente, hacerlo arrestar, enviarlo al presidio,
resulta bastante fácil, y todo es cuestión de contar con el tiempo
indispensable para llenar las formalidades del caso... Aquí no hay medio de probar
que se es inocente; no hay esperanza de que la verdad triunfe y se imponga.
Además, en esta sociedad perversa y corrompida, que considera la violencia como
una necesidad absoluta y que se indigna y subleva cuando los jueces pronuncian
una sentencia absolutoria, ¿quién piensa en la justicia?
Fragmento de: La sala número 6 de Antón Chejov.
Me he quedado súper intrigada! voy a leer este libro pronto... me apunto a tu blog.
ResponderEliminarFue lo primero que leí del autor y me gustó. Gracias por quedarte. Saludos!
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