Titulo: El país de las últimas cosas
Autor: Paul Auster
Año: 2012
Editorial: Booket
Páginas: 208
En el país de las últimas cosas todo tiende al caos, los edificios y las calles desaparecen, y no hay nacimientos. La existencia se reduce a la mera supervivencia de vidas miserables sin «ni siquiera la esperanza de recuperar la esperanza». Anna Blume cuenta en una larga carta su paso por la ciudad, en busca de su hermano desaparecido, y su afán por vivir, a pesar de todo, en este ambiente devastado del final de la civilización.
Estas son las últimas cosas –escribía ella-.
Desaparecen una a una y no vuelven nunca
más. Puedo hablarte de las que yo he visto, de las que ya no existen; pero dudo
que haya tiempo para ello. Ahora todo ocurre tan rápidamente que no puedo
seguir el ritmo.
MI LECTURA
La historia me
atrapó desde la primera página al intentar descubrir qué sucedía para que las
cosas ingresen en un estado de caducidad y olvido.
Anna llega a la ciudad en busca de su
hermano, William, quien trabaja para un periódico en tanto la ciudad se
derrumba, perece. Los seres humanos son arrastrados por ese espacio donde el
tiempo se acelera hacia la destrucción. Todo se torna efímero, incierto. La
ciudad desaparece sobre sí misma, se enrolla en el límite del mundo y lo
desconocido, el horizonte de la destrucción y la creación, porque toda creación
es también una destrucción. Desaparecen las palabras, las personas, se hunden
las casas, el territorio cambia demasiado rápido. Nosotros necesitamos un entorno
que cambie muy despacio para sentirnos seguros. No digo inmutable porque nada
es inmutable. Los cambios tan lentos se nos ofrecen como eternidad. Por este
motivo ni siquiera percibimos que estamos evolucionando como especie. Y hacia
el futuro dejamos el miedo a la extinción, nuestro cambio final, el giro hacia
la desaparición. Hoy, nos percibimos estables, para siempre. La novela nos
enfrenta a estos miedos, a la fugacidad y a la fragilidad de la vida.
Una de las escenas más fuerte que tuve
que leer fue, no voy a comentar ningún final ni nada importante de la trama, la
lucha de dos mujeres arrogando un cadáver desde la terraza. Hay varios pasajes
que están tan bien narrados que uno simplemente siente que está ahí, luchando
a la par de los protagonistas.
En ciertos pasajes, me acordé de una escena
de la película “La maquina del tiempo” cuando él observa el cambio de una calle
a través de un avance temporal muy rápido. Mientras leía, me imaginaba una
ciudad en ruinas, una ciudad como las que uno ve, lamentablemente, luego de los
bombardeos pero en una situación de aceleración, cayendo una tapia, surgiendo
una ventana, explotando un depósito. ¿Cómo se podría sobrevivir en este
vértigo?
¿Qué haríamos si
el tiempo se acelerara tanto que todo lo que somos y tenemos se evaporase ante
nuestros ojos?
― La fugacidad
― La búsqueda del amor y de los afectos
― La injusticia social
― El poder del gobierno
― El olvido y la fragilidad de la memoria
― El sufrimiento
CONCLUSIÓN
La historia me
impactó. Me resultó muy original la forma de narrar y concebir una ciudad
mutable y enferma de caducidad. Me dejó una sensación de nostalgia y de
admiración por esa mujer que es capaz de soportar tanto sufrimiento por salvar
a quienes ama.
Pensé en la relatividad del tiempo. Para una mosca efímera,
que vive solo un día, jamás podrá observar el paso de las estaciones, la
transformación de una flor a fruto, el borrado de unas huellas en el barro.
Para nosotros, su mundo es diminuto y voraz. ¿Cuántas cosas dejamos de
comprender por vivir tan solo menos de cien años?
Me llevo esta
historia para siempre como una de mis novelas favoritas.
Por Keren Verna
Fuentes de las imágnes: Freepik
He comenzado a leer esta novela y, la verdad, no sé si me va a gustar. Veremos.
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