DALIAS, MAYORDOMOS Y URNAS FUNERARIAS
Un hombre sin
recuerdos puede llegar a los cien años
y sentir que su
vida ha sido muy corta.
Título: Viajes con mi tía
Autor: Graham Greene
Año: 2014
Editorial: Edhasa
Páginas: 444
ISBN: 9875660191
Viajes con mi tía,
que según el mismo Graham Greene es un libro triste, e incluso trágico, que
trata de la muerte y de las diversas actitudes que pueden adoptarse ante ella,
es también una novela extraordinariamente cómica, de aventuras a menudo desopilantes.
Henry Pulling, jubilado, soltero, vive dedicado al cultivo de las dalias en un
pueblo inglés. El encuentro con la tía Augusta, de 75 años, bebedora, viajera,
que se gana la vida en negocios poco claros y que tiene un joven amante negro,
trastorna por completo el ordenado sistema de vida de Henry. La tía Augusta
revela ante todo a Henry que no es hijo de su madre, y que su padre no era el
hombre serio y prudente que aparentaba ser. Arrastrado al vértigo de los viajes
por esta mujer desenvuelta y excéntrica, Henry se libera de sí mismo, de todos
los prejuicios y ataduras del pasado, y renace a una vida nueva.
Leí la reseña editorial y me enganché con la historia.
Rescato el personaje de la tía de Henry,
Augusta, una mujer misteriosa y fuera de lo común quien ha vivido aventuras
dignas de ser contadas. A medida que leía, iba descubriendo la personalidad de
la tía Augusta, a la par de que lo hacía Henry. Este recurso me pareció interesante
y me mantuvo en vilo hasta el final. Asimismo, página a página, uno comprende a
Henry, su mirada apática sobre las
cosas, una vida apagada y rutinaria, donde la monotonía del trabajo bancario le
invadió hasta su vida cotidiana. La soledad de él se compensa con la cantidad
de dalias y con esos ritos diarios que cumple a la perfección, hasta que llega
su tía con su forma distinta de vida y de significar aún los acontecimientos
más banales, quien le empuja a moverse de su vida cómoda y gris.
—He sido muy feliz. Pero me he aburrido tanto…
Siempre había estado aislado, como en mis tiempos de cajero, por una
higiénica pantalla de material plástico.
La novela es amena y alterna
aspectos más trágicos con cierta comedia. Está narrada en primera persona y así
como la tía cuenta las peripecias de su vida a su sobrino, éste nos la cuenta a
nosotros
Si el lector piensa que mi carácter es algo estático, debe tener en
cuenta el largo condicionamiento de mi carrera en el banco, antes de retirarme.
El final es lo que menos me ha
convencido, demasiado abrupto, con demasiado elidido por ser una historia
narrada de manera bastante lineal, salvo por los momentos en que él o la tía
recuerdan para comentar alguna anécdota. Esta linealidad se completa a
medida que avanzamos con la lectura sin dejar espacios en blanco pero, en el final, según mi punto de vista, sentí
que había aspectos elididos que me movieron de la atención de la lectura porque luego de leer tantas páginas, eso me resultó extraño.
Las escenas humorísticas me
encantaron como las ocurrencias de la tía y su excentricidad: una iglesia para
perros, viajar de habitación por habitación en una misma casa, etc.
Yo tenía más de
cincuenta años cuando conocí a mi tía Augusta. Fue en el funeral de mi madre.
Cuando murió, mi madre tenía casi ochenta y seis años y mi tía era unos once
años menor. Yo había dejado el banco dos años antes, con un buen retiro y un
apretón de manos gratificador. Al hacerse cargo el Westminster de la
institución, habían resuelto que mi sucursal era superflua. Todos me
felicitaron por mi buena suerte, pero me resultó difícil llenar mi tiempo
libre. No soy casado, he vivido siempre con mucha tranquilidad y no tengo
ningún pasatiempo que me absorba, salvo mi interés por las dalias. Por estos
motivos me sentí gratamente estimulado por el funeral de mi madre.
-El aburrimiento nos aniquila.
-Ante la muerte, nos resta lo extraordinario
-El amor y el amar no es cuestión de una etapa de vida.
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