Creen, porque se han hecho un nombre y han recibido muchos premios y
publicado muchos libros y vendido sus cuadros a muchos museos y han publicado
sus libros en las mejores editoriales y colocado sus cuadros en los mejores museos
y este Estado repulsivo les ha otorgado todos los premios imaginables y les ha
colgado del pecho todas las condecoraciones imaginables, que han llegado a ser
algo, pero no han llegado a ser nada, pensaba. Todos son, como suele decirse,
artistas conocidos, incluso famosos, y forman parte como senadores del llamado
Senado de las Artes y se llaman profesores y ocupan todas las cátedras
imaginables en nuestras academias y han sido invitados unas veces por esta y
otras por aquella escuela superior o universidad y hablan unas veces en este y
otras en aquel simposio y viajan unas veces a Bruselas y otras a París y otras
a Roma y a los Estados Unidos de América y al Japón y a la Unión Soviética o
a China, adonde todos, con el tiempo, han sido o son invitados, y pronuncian
conferencias sobre sí mismos e inauguran exposiciones de sus cuadros y, a pesar
de todo, según pienso, no han llegado a ser nada. Sencillamente, ninguno de
ellos ha llegado a lo más alto y sólo eso más alto, pienso, da satisfacción.
De Tala de Thomas Bernhard
Aush, este fragmento deja bastante que pensar.
ResponderEliminar¡Saludos!
La novela es una crítica al mundo artístico vienés, le llovieron enemigos al autor. Pero él dijo que debía escribir sobre lo que nadie hablaba. Admiro su coraje. Besos!
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