Ánima
Wajdi Mouawad
Editorial Destino
Páginas: 448
Isbn: 9788423347773
Novela
Wahhch Debch descubre el cuerpo de su mujer, brutalmente violada y asesinada, en el salón de su casa. Empujado por el dolor, se lanza a la caza del asesino: necesita ver su rostro, pero no por venganza, sino por supervivencia. Durante su odisea a través de América, solo y sin esperanza, brutales recuerdos escondidos en los pliegues de su infancia despiertan poco a poco. Para evocar la parte monstruosa del ser humano, Wajdi Mouawad hace callar al hombre y da voz a los animales: son ellos quienes nos narran la escalofriante búsqueda de la verdadera bestia.Ánima nos lleva por un camino desconocido a un territorio entre el thriller, el western y la tragedia griega, un lugar inhóspito y de una violencia feroz que sin embargo no queremos abandonar y que somos incapaces de olvidar cuando hemos acabado el libro: ese espacio nuevo, amenazante y a la vez redentor de la gran literatura.
ASÍ COMIENZA
Bestiæ veræ
Felis sylvestris catus carthusianorum
Habían
jugado tantas veces a morirse el uno en los brazos del otro, que al encontrarla
ensangrentada en mitad del salón se echó a reír, convencido de estar asistiendo
a una representación, a algo grandioso que consiguiera sorprenderlo esta vez,
anonadarlo, pasmarlo, hacerle perder la cabeza, quedarse con él.
Pocos libros me han perturbado tanto a tal punto
de tener que dejar de leer porque sentía que el estómago se me vaciaba. Es un
libro con una escritura única, de un estilo cautivador, con una apuesta a narradores fuera lo común,
este último aspecto fue lo que me decidió a comenzarla. La elección de estos
narradores es esclarecida en la misma novela, lo cual me resultó fantástico.
Ánima
de Wajdi Mouawad narra la historia de Wahhch Debch quien al llegar a su casa se
encuentra con que su esposa ha sido torturada, violada y asesinada de manera
brutal.
Desde este suceso, comienza el recorrido
por hallar al asesino y entender su propia vida. El autor, según cuenta al
final de la novela, tardó diez años en terminarla. Resuena el campo de refugiados de Sabra
y Chatila, quienes fueron torturados y
masacrados en 1982 por israelitas y cristianos en una de estos episodios
que nos deja la intolerancia religiosa y que se hermana con el fanatismo
racial, entre otras intolerancias humanas.
La intensidad de los sucesos aumenta hasta
dejarnos con una sensación de desesperanza y desesperación, con la inutilidad de la compasión y de la bondad. Es
un libro que me desarmó. Yo soy antropóloga y he leído sobre el ser humano pero
ante los sucesos que se describen en la novela me he quedado sin teoría y sin
palabras. La novela puede leerse como un buceo en las profundidades de la
maldad humana y de la hipocresía, ambos aspectos contemplados por los animales,
los testigos de esta historia. Los narradores son testigos que observan los
sucesos siempre desde afuera. Es así que apareceremos ante los ojos de las
arañas, mofetas, perros, gatos, boas, entre otros, como lo que hemos sido:
seres incapaces de tolerar y dotados de una crueldad sin límites, una crueldad
única, una crueldad nacida de sí misma y volcada hacia el mundo para volverse
de nuevo hacia sí como un estómago abierto que engulle y se cierra. La crueldad
no nace de una necesidad vital como la alimentación en las arañas o las
serpientes, sino del placer, un hedonismo
extremo que se sustenta en el horror. Así puede ser entendido el
espectáculo de riñas de gallos, de peleas de perros, la caza del venado, de
masacres de toros o la tortura de niños. La
muerte sin más sentido que el placer del horror, la crueldad como último
sentido.
Ignoro si estos seres son conscientes de mi presencia. El mundo marino en el que vivo no parece existir para ellos y aunque puedo observarlos permanecen impregnados de misterio y de un halo de absoluta incomprensibilidad. Enigma de los enigmas.
Jamás había visto tanta tristeza en un humano.
Los humanos tienen un don para la ausencia:
dicen Fulano está triste, pero Fulano no está. Dicen Un día tendré tiempo, pero
el tiempo no está. Presumen de todo. Los humanos dicen Mi casa. Dicen Tengo un
jardín. Dicen Mi familia, mis amigos. Dicen La gente, dicen El mundo. Los
humanos dicen Mío, mía, míos, mías.
Imagen de playbuzz y editada por mí |
La diferencia entra la mirada humana y la de
los animales está marcada, además, por la lírica. Uno esperaría que fuese
dominio humano pero aquí el autor trastoca la visión y nos muestra que las
“bestias” tienen más compasión y lirismo, una mirada más bella y profunda que
la nuestra.
Somos una multitud en las inmediaciones del exuberante camino, acurrucadas en los huecos de las piedras o entre el follaje de los matorrales, para proteger nuestra luz. Brillamos lejos de la claridad diurna, lejos de las ciudades y lejos de los humanos. Somos el polvo antiguo de la inocencia olvidada. Aún existimos. Eternamente habrá tinieblas donde poder trazar nuestros evanescentes rayos y eso es algo que durará mientras duren las noches oscuras. Su desaparición significará nuestra desaparición. Será el final de los tiempos primitivos. Ya no habrá nadie para transportar, en la intimidad de los lagos y de los ríos, los brillos fosforescentes que den réplica a las estrellas. Pero hasta que la luz cegadora no diezme el mundo de las sombras, podremos seguir desgranando nuestro fulgor. No nos rendiremos. Luciremos. La persistencia de las luciérnagas teñirá los valles…
Las
diferencias culturales, de género y religiosas demarcan el territorio de los
espacios donde unos se enfrentan a los otros, sumando a lo anterior, el límite entre el humano y el animal. La
novela explora el maltrato al que sometemos a todas las especies, incluso la
propia. No hay paz para el humano ni en
su propia especie.
El tema político está presente tanto en la
masacre de Chatila como en los manejos de los asesinatos en Canadá y Estados
Unidos, así como en otros sucesos que no voy a adentrarme por no develar la
trama. Resalta lo patético de la impunidad, de los discursos legitimadores
volcados siempre hacia legitimar el mismo dominio, la absolución de quienes han
cometido tantas masacres, la impunidad, las víctimas y el horror que crece como
una flor negra sobre la tierra. Los niños que por un lado son “protegidos” por
los derechos pero que, en realidad, son trazos en un papel que no llegan a la
vida cotidiana de quienes son reventados con bombas bajo la supuesta protección
de ese papel garabateado que solo abre la realidad de la desprotección, la
hipocresía tan contemporánea. Recuerdo a mi país, Argentina, cuando se
indultaron a los masacradores que actuaron en la conocida dictadura argentina y
tengo el recuerdo fresco de apenas unos días de un bebé arrojado en una bolsa
de nylon así como el niño del Chaco que murió de hambre durante el anterior
gobierno en tanto que ese mismo gobierno negaba las cifras de la pobreza en sus
estadísticas oficiales y decía que “estamos mejor que Alemania”, y lo peor, le
creían.
Lo que ocurrió en 1982 nos dejó traumatizados.
Por fuerza. Centenares de cristianos, bajo la mirada de centenares de judíos,
masacraron a centenares de árabes.
Mientras leía, me preguntaba si no estaremos
realmente en el infierno y no nos damos
cuenta. Sólo así podría llegar a entender la conducta de los torturadores y de
los legitimadores de estas torturas. ¿Qué esconde la mente de quien tortura? ¿De
quien le causa gracia y se destornilla de risa ante un ser humano retorcido de
sufrimiento? ¿Qué sociedad es ésta que engendra estos monstruos que son
incapaces de compasión? Yo no creo en catalogarlos de “enfermos”. Creo que son
malignos y creo que la maldad no tiene cura. Digamos que si tuvieran cura no
habría maldad pero la evidencia de las masacres que persisten demuestran que no
se cambia el alma con una pastilla.
¿Qué
nos queda? ¿Cómo viviremos a pesar de todo esto? ¿Es posible vivir conociendo
tanto horror? ¿Merecemos ser salvados?
Una
vez mi veterinario me dijo que los gatos no son rencorosos y perdonan. Lo dijo
cuándo le conté las torturas al que fue sometido el gato que rescaté y aún así
sigue confiando en los seres humanos. Lo recordé cuando leí la novela. Lo
miraba y pensaba qué pasará por su mente de gato en tanto me mira.
El cielo no ha visto nada más bestial que el hombre.
Me separa un abismo de la palabra. Cómo
consolar a un humano.
Da miedo la violencia extrema, la de cadena y
balazo, la de cuchillo y bomba. Pero da más miedo la invisible, la cotidiana y
la legitimada. Uno puede arrastrar una cadena durante años hasta que se harta,
pero el dominio de la violencia no vista se puede arrastrar por generaciones.
¿Cuántas veces hemos cenado en familia mientras nos hemos reído por los dichos
del tal Simon, el jurado de un programa de TV, quien somete a humillación
pública a un concursante hasta hacerle llorar? ¿Cuántas veces leemos blogs donde
quien escribe solo tira mierda todo el tiempo, defenestra a todo el mundo, eso
sí, con altura “intelectual”, hablando de literatura, haciéndose el Simon
literato contra los escritores? ¿Cuántas veces hemos sido partícipes de la
destrucción de críticas demoledoras y no hemos sido capaces de invertir esa
misma energía en construir? Es el mismo goce por causar daño. Es la misma cara
de nuestra humanidad deshumanizada o quizás la humanidad bien humana, aquello
que nos caracteriza y que ha algunos nos duele tanto comprender.
Leyendo sobre la vida del autor, también
comprendí ciertos aspectos de la obra. Wajdi
Mouawad es libanés y emigró de su país a raíz de los conflictos bélicos con
sus masacres. Luego de una estadía en Francia, se radicó en Canadá. Muchos de los
lugares que se mencionan en la novela pertenecen a Canadá como a Estados Unidos.
La fotografía es de Wojtek Kwiatkowski |
No obstante la desesperanza y la devastación, en la novela se incorpora la visión de Homo sapiens sapiens. De esta manera
se obra en dos direcciones: por un lado, se incorpora al ser humano como uno
más del reino animal; por otro lado, se segrega a los seres humanos en dos
grupos, los compasivos que se guían por la bondad y los crueles que se guían
por la maldad. El tema de la bondad y la crueldad humana está presente a lo
largo de toda la historia. Dentro del reino de los animales, somos los únicos
que podemos elegir entre la bondad y la maldad, aspectos inexistentes en el
mundo de quienes se mueven solo por el instinto. No hay instintos en los
humanos. En esto, nos hemos separado por completo del resto de las especies.
Nuestro mundo es completamente simbólico. De aquí nuestra responsabilidad y la
maldición de la libertad, la de deber elegir siempre.
TEMAS QUE ABORDA
La crueldad humana
La intolerancia ante las diferencias
culturales, religiosas, étnicas.
El uso que hace el ser humano de las demás
especies consideradas como objetos, negándoles la capacidad de percibir, de
sufrir.
La maldad humana ante una bondad escasa
LITERIGATOS
Varios gatos se cruzan en el camino del
protagonista.
Me quedo con una frase sobre gatos:
Los gatos existen para que el hombre pueda acariciar al tigre.
Es una novela desgarradora que nos permite
vernos a través de los ojos de las especies con la que convivimos y que incluso
forman parte del trasfondo de objetos o de invisibilidades en este reino
dominado por una sola especie: Homo
sapiens sapiens. La novela desarrolla un tono lírico en ciertos pasajes,
lirismo que recae en la visión de las otras especies ante la contemplación de
la humanidad.
Cierro
este post con poema de William Blake de
1794.
La crueldad
tiene corazón humano
y la envidia
humano rostro;
el terror
reviste divina forma humana
y el secreto
lleva ropas humanas.
Las ropas
humanas son de hierro forjado,
la forma
humana es fragua llameante,
el rostro
humano es caldera sellada
y el corazón
humano, su gola hambrienta.
MARAVILLOSA tu reseña. Desgarrador ese poema al final >.< enhorabuena por el post. Me quedo con este libro para el reto de Serendipia y si no puedo para este, pues para otro que tengo, pero me gustaría intentar leer Ánima, pinta sumamente interesante y sobre todo, intenso.
ResponderEliminar¡Un abrazo! :D