domingo, febrero 07, 2016

Galápagos de Kurt Vonnegut (Frases Subrayadas)




Gracias a la decrecida capacidad cerebral, los duendes de las opiniones ya no distraen a la gente del objeto principal de la vida.
 Las meras opiniones, de hecho, gobernaban la conducta de la gente, tanto como la más probada verdad, y estaban sujetas a súbitos cambios como jamás podría estarlo la más probada verdad. De modo que las Islas Galápagos podían ser el infierno en un instante dado y el cielo en el siguiente, y Julio César podía ser un estadista en un momento y un carnicero en el siguiente, y el papel moneda ecuatoriano podía cambiarse por alimentos, vivienda y ropas en un momento y forrar el suelo de una jaula en el siguiente, y el universo podía ser la creación de Dios Todopoderoso en un momento y el producto de una gran explosión en el siguiente… y etcétera, etcétera.

—Te diré lo que es el alma humana, Mary —susurró Roy con los ojos cerrados—. Los animales no la tienen. Es la parte de uno que sabe que el propio cerebro no funciona bien. Siempre lo supe, Mary. No podía hacer nada, pero siempre lo supe.


De todas las palabras del habla o de la pluma, éstas son las más tristes: «¡Pudo haber ocurrido!». John Greenlcaf Whittier (1807-1892)


Las disculpas por los fallos cerebrales momentáneos eran materia corriente en las conversaciones de todo el mundo: «¡Caramba!», «Usted dispense», «Espero que no se haya lastimado», «No puedo creer que yo lo haya hecho», «Ocurrió tan de repente que no tuve tiempo de pensar», «Tengo un seguro contra ese tipo de cosas», «¿Cómo podré nunca perdonármelo?», «No sabía que estaba cargada», etcétera.

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la estupidez, era la época de la fe, era la época de la incredulidad, era la estación de la luz, era la estación de la oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, lo teníamos todo por delante, nada teníamos por delante, íbamos todos directamente al Cielo, íbamos todos directamente en sentido contrario. Charles Dickens


Una vez más, el gran problema no era la locura, sino el cerebro de la gente: demasiado grande y demasiado mentiroso, y por tanto poco práctico.




—Hay muchos por ahí que se jactan de ser sobrevivientes, como si se tratara de algo muy especial. Pero los únicos que no pueden decirlo son los cadáveres.

¿Y por qué la callada desesperación era entonces una enfermedad tan difundida? Una vez más presento en el escenario al verdadero villano de mi historia: el volumen excesivo del cerebro humano.


La más feliz de las vidas es la de la ignorancia, antes del aprendizaje del dolor y del gozo. Sófocles

La última escena, la que concluye esta extraña y azarosa historia, es una segunda infancia y mero olvido sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin nada. William Shakespeare






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